Este domingo como todos los anteriores, ya dispuesto con lo necesario, tomé camino al punto de reunión de los Caminantes del Maguey.
Unos cinco minutos pasados de las siete llegué, nadie estaba, me senté y esperé. Mirando los alrededores estaba cuando llegó Sócrates y me dice:
— “ El amigo ha de ser como el dinero, que antes de necesitarlo, se sabe el valor que tiene”
—Debe ser; le contesto.
Insiste: — “Los jóvenes hoy en día son unos tiranos. Contradicen a sus padres, devoran su comida y le faltan al respeto a sus maestros.”
—Igual que ahora; le contesto.
—“Habla para que te conozca”; insiste.
—vamos a caminar; le digo
—”yo solo sé que no se nada”, nos vemos.
Así que se fue Sócrates y me dije: que bueno que fue el maestro y no el alumno porque hubiéramos hecho nuevos diálogos.
Así que no llegaron más caminantes, les mande un mensaje a varios, nadie contestó.
Inicie la caminata solo, después de unas cuadras me encontré a otro solitario caminante y decidimos una ruta: al Capricho, en la noche anterior Carlos nos había invitado a ese lugar, nos prometió mojitos y yo llevaba la fresca hierbabuena.
Con una parada técnica, que hicimos en el paradero que está después del PRD, disfrutamos el increíble paisaje de la cuenca de Chilpancingo rodeada de los bellos cerros de la Sierra Madre del Sur y también un buen mezcal de Guerrero que me acompañaba y con una conversación amena de asuntos comunes relacionados con vivir en este lugar.
Continuamos hasta la desviación al Capricho y seguimos por ella, no habíamos caminado este tramo, en tres ocasiones lo habíamos hecho en auto, caminando se siente más largo pero se disfruta mejor así que; lindas flores e increíbles paisajes con aroma a anís disfrutamos antes de llegar.
Arribamos al capricho, previamente nos había autorizado Carlos entrar con toda confianza y fue lo que hicimos, nos sentamos en el cómodo piso de la terraza e intente serví otra tanda de Mezcal, estaba sirviendo cuando a lo lejos la guardia del lugar nos interrogó amenazante por lo que nos presentamos: somos los Caminantes del Maguey, al parecer eso fue suficiente, pero no terminábamos la primera copa cuando apareció el guardia con su motosierra encendida y cortando todo a su paso, huimos a arrinconamos espantados, tomamos de un trago la copa y servimos más, se fue la motosierra y volvimos a la terraza,el mastín del guardián no nos perdía de vista mostrándonos sus colmillos, la baba le escurría.
Entonces llegó lo peor: marabunta, todos alarmados no sabíamos qué hacer, Manuel rompe en llanto. Por todos lados se acercaban los ejércitos de estas terribles hormigas, pican horrible asevera el guardián, mientra sus hijos y el mastín huyen despavoridos.
Otro mezcal sirvo, intento comunicarme con Carlos para decirle donde estábamos, me manda al buzón, digito mensaje aterrado esquivando las hormigas que están a punto de subirse, todos en pánico, el terror aumenta, el cielo se oscurece por un nublado denso, las hormigas se alinean y marcan la retirada; Nolo grita desesperado: ¡ya no hay mezcal! ¡noooo es posible! ¡huyamos!, así lo hicimos. Iniciamos el regreso para Chilpancingo, nos salimos del camino en ocasiones para liberar el estrés del peligro que hemos vivido estos años, cortamos algo de anís y lo masticamos, continuamos a casa.
Otro mezcal sirvo, intento comunicarme con Carlos para decirle donde estábamos, me manda al buzón, digito mensaje aterrado esquivando las hormigas que están a punto de subirse, todos en pánico, el terror aumenta, el cielo se oscurece por un nublado denso, las hormigas se alinean y marcan la retirada; Nolo grita desesperado: ¡ya no hay mezcal! ¡noooo es posible! ¡huyamos!, así lo hicimos. Iniciamos el regreso para Chilpancingo, nos salimos del camino en ocasiones para liberar el estrés del peligro que hemos vivido estos años, cortamos algo de anís y lo masticamos, continuamos a casa.
A una cuadra de la misma, una pequeña lluvia empieza a caer, aumente el ritmo; una vez dentro de casa la calma vuelve, fue un gran domingo.
_Fotos todas de Edgar P. Miller.