domingo, 20 de septiembre de 2015

Otro libro.



Hace algunas semanas me obsequiaron un libro del autor Taylor Caldwell, reconozco que cuando vi el nombre del autor no lo reconocí, acudí a la wikipedia para saber más de él y resultó que no es un él sino una ella, y al leer sobre la misma descubrí que ya había oído algo de su manera de pensar, pero confieso que nunca había leído nada de la escritora. Al darme cuenta que esta escritora era de mediados del siglo pasado, acudí a la biblioteca de mi padre para ver si existía el libro o si había alguno más de ella.

Pues sí había uno y no era el del obsequio sino uno diferente; así fue que me puse a leer ambos, esta es una costumbre vieja que tengo; uno en mi negocio, otro en mi casa y además otros a medio leer en ambos lugares, así es que voy leyendo varios a la vez y resulta más interesante, no me pregunten, como le hago para no confundirme porque lo ignoro, dependiendo de mi estado de ánimo leo más de uno o de otro.

Aunque no comparto la manera de pensar que tenía la escritora, principalmente en cuanto al pensamiento religioso y su percepción de la sociedad; aunque no nos conocemos, para ella, de seguro yo sería psicópata por no profesar religión alguna. En relación a su percepción que tiene sobre dividir en clases a la raza humana, la cual es la misma que hacen muchos de aquellos que han hecho miserables a millones de humanos en el mundo utilizando esa percepción y su ambición de bienes materiales, diverjo bastante.

Confieso que su prosa es bastante agradable e interesante, algo repetitiva algunas veces, que incluso llegué a creer que yo había perdido la página, pero no, es redundante en ocasiones; tal vez para dejar bien sentado su idea sobre el punto que repite. Pero no dejan de ser muy acuciosos e interesantes sus relatos, los de ambos libros lo son: el que me regalaron: La Torre de Hierro, una novela histórica con mucha fundamentación de primera mano sobre la historia de Roma, principalmente de la vida y obra de Marco Tulio Cicerón. El otro libro, una tragedia ubicada en EUA en los años cuarenta relacionada con los psicópatas y las clases privilegiadas.

El último lo terminé primero porque requiere menos atención su lectura; además de que sólo son doscientas cuarenta y ocho páginas con letras más grandes que las del otro que también tiene mayor número de páginas ochocientas treinta y seis para ser exacto y como de ocho puntos de tamaño las letras. En este que dije al final la señora sí que lo mantiene a uno atento en la trama, la cual maneja majestuosamente insertando discursos originales de los personajes, adecuadamente, cuando van apareciendo en la novela. Ya me hice fan de cicerón con quién me identifico, a momentos, nada más de la manera en que lo describe la señora.

Desde luego hay que ubicarse en la época cuando suceden las cosas, hace algunas decenas de años antes de nuestra era. Entonces los esclavos eran algo como los animales domésticos y de ahí que a pesar de su apego a la justicia que tenía Cicerón, él era poseedor de esclavos y los trataba como si fueran caballos de trabajo aunque ya siendo él mayor, fue más condescendiente, no así la autora del libro.

Este libro que fue escrito hace más de cincuenta años y habla de una época que tiene más de dos mil años, nos muestra como en esto de gobernar y de los gobernantes, las cosas no son muy diferentes ahora, tal pareciera como que personas actuales leyeron el libro y se adaptaron al comportamiento criticable de los personajes poderosos del libro, ya sea porque se identificaron con ellos o porque quieren parecerse a esos individuos, deseando tener el poder y riqueza que nos describe interesante y majestuosamente Taylor. Bien se podría publicar un párrafo del libro en un diario actual con nombres de personas y lugares de ahora y pasaría como noticia cotidiana.

No se si ya se haga, pero bien deberían leerlo todos los abogados; y porqué no también toda persona que quiera entender las cuestiones del poder, las leyes y la justicia; del dominio y del sufrimiento de aquellos que desean que las cosas sean mejores para todos.

Recomendable es la conclusión, ambos libros pero sobretodo La Torre de Hierro.

Yo taché el último renglón del libro La torre de hierro, me parece que sobra.


viernes, 18 de septiembre de 2015

Analogía.


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Foto de Edgar P. Miller.


Considero que estamos, en cuanto a la difusión del conocimiento, en una nueva ilustración.
Podemos regresar a la Edad Media para darnos cuenta que entonces todo lo relacionado con el conocimiento lo manejaba la Iglesia Católica, al menos en Europa que es de donde se deriva nuestra cultura. Con el invento de la imprenta de Gutemberg lo mencionado empezó a cambiar, ya que podían circular subterráneamente algunos libros con conocimientos prohibidos por la iglesia, pero aún con una gran resistencia de la iglesia lo que hacía que pocos quisieran arriesgarse a tenerlos, ya después a finales del siglo XVII se hizo más intensa la divulgación del conocimiento y las ideas, también se extendió al mundo que había sido descubierto por los europeos. Los franceses a través de los enciclopedistas recopilaròn y divulgaron el conocimiento acumulado hasta entonces o al menos el que ellos tenían.
En el siglo XIX apareció el radio y en el XX la televisión, junto al desarrollo de ellos se seguía imprimiendo libros; ahora de manera más rápida y económica, también la fotografía y el cine prosperaron. Ya en el siglo veinte se dieron cuenta, aquellos que controlaban el capital, que el conocimiento y la información daba poder; así que acapararon los medios y sólo quienes ellos querían podían utilizarlos para expresarse o tener conocimiento, más allá de los que ellos permitían era complicado distribuirlo sin su ayuda. Grandes empresas, como antes la iglesia, controlaban el cine, la grabaciones, el radio y televisión; el gobierno se aliaba a ellos solapando para mantener controlada la población y someterla a sus designios, incluso las salas de cine estaban controladas así como la distribución de materiales impresos, filmados y grabados.
Su ambición llevó sin quererlo, a toda la tecnología que permitió en un principio controlar la información; o sea, el surgimiento de las computadoras: capaces de hacer operaciones rápidamente y resolver complejos problemas a través de algoritmos, además de ordenar y presentar la información de manera rápida y precisa, a que de pronto los costos de fabricación disminuyeran, a parte de que se pudieran conectar con las líneas de comunicación del teléfono; que estaban abiertas a la población para esquilmarles el dinero rentando el servicio.
Este abaratamiento de la tecnología hizo que se abrieran las herramientas al público en general. Computadoras baratas y conección entre ellas; programas más amables y económicos.  Ahí fue donde multitud de entusiastas e ingeniosos personajes se dieron a la tarea de abrir los medios para el conocimiento total a la población en general. Algo que sucedió tan rápido que por la misma ambición de quienes tenían el control de los medios no lograron evitar el compartimiento del conocimiento ya sea que iniciara como chisme o que fluía como agua derramada por todas partes entrando en mentes brillantes, incluso también apareció una enciclopedia virtual: la Wikipedia, libre y a disposición de todos para consultar información o agregar más, fluyendo el conocimiento hacia todos los rincones; hasta los documentos clasificado como secreto de estado.
Ahora los mismos ambiciosos y sus títeres dentro del gobierno buscan otras argucias para regresarnos al oscurantismo. ¡Debemos evitarlo!, siendo cuidadosos y reclamar ante cualquier intromisión al respecto, no importando lo pequeño y vago que sea, nada se debe permitir que limite compartir el conocimiento.

Sí se sigue compartiendo libremente el saber, a pesar de lo mal que se miran las cosas en todos los renglones de la sociedad y de su hábitat, pueden surgir cosas mejores para la sociedad.

sábado, 5 de septiembre de 2015

El cascarón.





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Foto de Edgar P. Miller.
Quizas, si usted nació antes de la guerra emprendida en contra del huevo, sepa qué es; y conozca en bulto un cascarón, esa cubierta calcárea que tiene uno de los mejores alimentos naturales que existen pero que lo arrinconaron al nivel de un tóxico por cuestiones económicas, ya saben ustedes así son los cerdos que manejan la economía de los poderosos. Pero esa carcasa también es protección para el embrión de una ave o de un reptil cuando el huevo resulta fertilizado.
Pues bien utilizo el nombre de esa cubierta como tema de introducción a este escrito porque hace algunos días que caminaba, como lo hago casi todos los días; de mi casa al trabajo, me di cuenta que algunos individuos, muchos diría mejor, se mueven lentamente en posición fetal dentro de un cascarón. Lo que me generó sospecha, ya que recordé aquel mito de los reptilianos, una teoría sobre invasión de extraterrestres, que a mi en lo personal me parece una jalada, pero ahora como suceden las cosas nada se puede descartar en relación a lo que pasa. La realidad está superando a la ficción.
Han de saber; desde luego que sí, porque tengo a un grupo distinguido de lectores, que las aves y los reptiles son quienes avientan a sus embriones, a la intemperie sobre sus nidos, envueltos en cascarones, algunos suaves y otros rígidos, ambos muy resistentes a las adversidades.  Así que al ver a esos humanos en sus cascarones similares, de otro material igual de resistente, me dije: ¡reptilianos!. Y ya son muchos.
Acaso no cada día que pasa, los políticos son unas víboras, acaso no cada día que pasa los burócratas son más huevones y aquellos que protestan cada día tienen más huevos y quienes no lo hacen dan hueva. Que acaso no a un presidente se le gritó desairádamente que era unas chachalaca. Que no los que gobiernan tiene una concha como la de las tortugas y la saliva tan venenosa como los dragones de Komodo.

¿Estamos invadidos por reptilianos? Incluso sospecho que ya estamos también hibridizándonos  o siendo contaminados, como pasa con las semillas de Monsanto. Ya sospecho que yo tengo algo de reptiliano; o sino de donde salieron los huevos para estar diciendo esto. O la hueva que me da cuando escucho a los de Chilpancingo defenderse de la argumentación contundente que la acusan de ser una de las peores ciudades para vivir.