F. #EdgarPMiller |
Vivimos en un mundo donde la información se ha vuelto intrincada. Incluso aquella que debería ser confiable como la científica pasa por complejos procedimientos para confirmarse, llegando a situaciones donde los mismos científicos dudan de lo que otros afirman está probado.
Las redes han complicado ésto en parte debido a que son más individuos los que ahora participan en los debates. Todo se resolvería sencillamente, si hubiera una fuente confiable, pero no. Ahora las revistas científicas, las asociaciones, las universidades también tienen ruido. La carrera por el poder y la riqueza han ensuciado hasta la ciencia. De la misma manera las personas están más interesadas en el progreso y riqueza personal que en la verdad de lo que pasa en nuestro mundo.
Si le agregamos además que la ciencia se mueve en el sentido de enriquecer más a los ya enriquecidos y hacia esquilmar más aquellos que ya sólo tienen su fuerza de trabajo; hacer ciencia para vivir mejor todos, no parece ser negocio.
Ya tiene más de diez años que surgió la advertencia del calentamiento global, pero aún más la advertencia de que los yacimientos de hidrocarburos se agotan. Las dos cosas están íntimamente relacionadas y son temas ambos de debate entre investigadores.
Curiosamente sí se agotan los hidrocarburos, quedan pocas cosas que afectarían al calentamiento de la tierra. Pero es obvio que detrás de los hidrocarburos existe un mundo de intereses mercantiles, que bien pueden inducir a mostrar al calentamiento global como prioritario para utilizar lo que nos queda de recursos naturales para la industria de los hidrocarburos.
Como quien dice nos tienen entre la espada y la pared. Está llegando el momento en que una persona será más importante por la grasa de su cuerpo que por su fuerza e intelecto para el trabajo. La humanidad se comporta como la serpiente que se come su cola.
Muchos alimentos que fueron tradicionalmente sanos y nutritivos por siglos, ahora resultan peligrosos para la salud, pero convenientes para la industria. Así pues, la milagrosa y popular azúcar que llevó la dulzura a todos los paladares, que logró también que algunos se hicieran millonarios con sus plantaciones y otros los hizo miserables esclavos para trabajar en ellas, ahora resulta ser mejor para la producción de alcoholes, tanto del que se utiliza para emborrachar como el milagroso etanol, usado para la combustión interna de motores, que sustituye a la gasolina.
Pero si uno se mete a estudiar sobre las biomasas y biocombustibles se puede dar cuenta que no solamente el azúcar; o sea, la remolacha y la caña de azúcar son los únicos objetivos para este cambio de energía, también están casi todas las frutas y cereales y maderas.
Se puede pensar con corrección que también ellos comen y no pueden ellos dejar de hacerlo, por lo que los alimentos deben prevalecer al de convertirlos en combustible. Sí, pero al parecer ya no necesitan tantos clientes y empleados, sobretodo aquellos que compiten con su materia prima.
Ya están pasando muchas cosas en el mundo que bien podrían utilizarse en una teoría conspirativa en este sentido.