viernes, 20 de septiembre de 2024

Juntos vivieron felices.



 

Fue  por ahí del año 1957 cuando aquí en Chilpancingo (una ciudad  que en ese entonces tenía aproximadamente 12 mil habitantes, a la cual llegaban de las poblaciones aledañas, en los transportes foráneos, cargamentos de aves, huevos y otros comestibles para el abasto de la ciudad ), donde se inauguró, como a un kilómetro del centro del lugar, lo que hasta 1987 se le llamaría “la planta avícola”;    realmente este conjunto lo constituían: una planta avícola, con una incubadora para 43 mil huevos y varias galeras para pies de cría; un centro de inseminación artificial, con ocho toros de alto registro; una fábrica de alimento y un centro de fomento porcino; cada uno de los centros con su laboratorio propio. Aunque parezca ficción, por el tamaño de la ciudad, este lugar existió, y lo más asombroso del caso: funcionaba. Esta infraestructura se construyó con la idea, a futuro, de que se edificaran más y de esta manera lograr la autosuficiencia pecuaria. Para lograrlo, aparte de la existencia de la planta avícola, recordemos, que también, a unos metros al este de ésta, existía una Escuela de Promoción Agropecuaria, en la que se preparaban técnicos agrónomos, que, en un futuro, completarían el objetivo deseado. Nadie en esa época imaginaba siquiera  que llegaría la globalización y aunque la misma no fue la causa de que dicho centro y escuela desaparecieran; porque su extinción se debió a causas menos técnicas y más corruptas, sí fue este sistema mercantil lo que me permitió recordar, que sí a la planta avícola se le hubiere visto como la percibieron los que la planearon; sí hubiera prosperado, multiplicándose en el estado y por qué no decirlo en el país, dado que era un proyecto federal, probablemente el estado de Guerrero produciría sus requerimientos de proteína animal e incluso exportaría a otras regiones los excedentes; además de que la mayoría de la población tendría un empleo productivo y no de parásitos como los empleos que tienen la mayoría de los que habitan, Chilpancingo, actualmente. Regresaré  a lo de la globalización, por que casualmente en el lugar donde antes se fincaba el progreso de Chilpancingo actualmente construyeron (estoy hablando del 2005) un centro comercial de la empresa AURRERA, que obviamente no produce nada; que todo los alimentos que vende son de otros lugares lejanos y  tan baratos como los consigan; que no mejora en nada la condición de los habitantes de Chilpancingo; salvo inspirar su ego seudo burgués de decir: qué, aparte de una Comercial Mexicana, un SAMS, ahora también tenemos un AURRERA. Aunque  quizás proporcionen como dicen algunos políticos errados  algunos empleos, sólo que de salario muy mínimo, que sustituyen al mejor salario de los dueños de  los pequeños negocios que quebrarán; no porque estos pequeños vendan más caro, sino porque la condición humana, aquí, al menos en Chilpancingo, es de ir a comprar al lugar más nuevo, con comodidad para estacionarse y  que sea promocionado en los medios, cuestiones que sólo se pueden lograr con una suma de dinero muy grande la cual los pequeños comerciantes quisieran para aumentar su inventario o pagar sus créditos;  el precio a fin de cuentas no es el factor primordial; aunque sí podría serlo, entre dos económicamente iguales.

 Para nuestros actuales y “gloriosos” gobernantes esto es el progreso, sólo que no se dan cuenta que no es el de Chilpancingo; sino que es el de las grandes empresas globalistas y que tarde o temprano nos dejarán en la miseria, sirviendo sólo de esclavos a los intereses de los países del primer mundo que al final son los que se llevan la tajada más grande.

 Eso sí, no me deja de admirar y divertirme maliciosamente  después de  la observación que hice, cuando pasé por ese lugar: donde una vez estuvo la planta avícola, y en el que  viví durante un año; que precisamente, a un lado, colindando, está una Delegación del Gobierno Federal de cuyas oficinas salen empleados los días de quincena, a surtirse en este centro comercial; sin darse cuenta que la presencia del mismo sólo los ofende a gritos; o, como si fuera un cartel enorme, del tamaño de las instalaciones, que escrito les expresa, precisamente a ellos, a esos empleados, que son unos inútiles e incompetentes; y todo esto porque ellos son los empleados, precisamente, de la Secretaria de Agricultura Ganadería Desarrollo Rural Pesca y Alimentación, así de grande es el nombre y así de grande la inutilidad para solventar precisamente todo lo que su calificativo menciona. Ahora los vehículos foráneos llegan a Chilpancingo repletos, no de verduras, no de gallinas, no de huevos, sino que de individuos que vienen; algunos a manifestarse para que les den dinero; otros a comprar víveres y artículos suntuarios en los centros comerciales globalistas que mencioné anteriormente.    

Edgar Pavía Miller

Noviembre del 2005