Este domingo, 22 de diciembre del 2024, fue un día muy especial. Como todo los domingos me levanté, y como les he platicado en otras notas, hice todo eso que acostumbro a hacer antes de partir al punto de reunión. Así que salí en este instante; ya sabía que al menos Manuel y Arcelia me acompañarían.
Llegué al portón de la casa y al salir me di cuenta que también Omar iría, ya me esperaba en su auto, así que me dirigí a él y después de los saludos acostumbrados me trepé al mortal cuatro patas de hule. Inició su marcha, ya la avenida Miguel Alemán mostraba huellas del bacanal que vendría, domingo de pendón festejo; anual donde gran parte de Chilpancingo se une a ponerse una peda de pronóstico, además de cagar, mear y vomitar las calles ya ni decir el volumen inmenso de basura que dejan, bueno esa es su tradición, ser borrachos y sucios.
Llegamos a la plaza, aún no llegaban otros, los otros ¡huy que miedo! Empezaron a llegar, Manuel, santificado, venía de la iglesia, luego Marcos en solitario, No pasó mucho tiempo y aparece Arcelia, se les vio a todos, incluyéndome, la sonrisa de gusto; es un placer caminar con ella, pero este año lo ha tenido ocupado con sus alumnos; y pues enseñar da un placer que supera el que da el campo. De quienes avisaron, faltaba Jorge, se le habló y venía en la urban; o sea en camino. Esperando estábamos cuando sucedió algo inverosímil, de un árbol cercano cayó una paloma como muerta; me dije: –será decepcionada de que en el mundo no es posible la paz y ella es el símbolo–, pero después de una leve sacudida y mirarnos a todo perplejos se incorpora y emprende su vuelo como lo haría cualquier ave orgullosa.
Llega Chavira y después de la foto oficial nos dirigimos a los vehículos para partir al lugar de encuentro: Amojileca, en los Sabores del Pueblo, donde por años nos han ofrecido el mañanero café de olla con pan de la región.
Ya en los sabores del pueblo donde Doña Carmen, Eréndira, Susy, Mari Jesús, Kenia y Mode estaban ocupadísimas preparando las viandas del día. La puerta entrecerrada, –pásale Arce que te miren para que se pongan contentas de verte de nuevo– le digo
Pasa e inmediatamente todos los demás, ya estando sentados llega Hermes, luego Víctor con una botella de vino tinto chileno, la sorpresa fue cuando llegó Pancho (Diego Rivera, dicen que se le parece, al menos en el talento sí). Pocos esperábamos su presencia, pero fue una grata, ya queríamos todos, espero, convivir nuevamente con él.
Ya todos en la mesa con el exquisito café servido junto con el pan, dos que tres se tomaron un mezcal en ayunas, disque para las lombrices, sospecho que, para la cruda o por puro gusto, buen mezcal, buen momento y la vida se acaba: porque no disfrutarla con lo que ella nos da. Se pusieron interesantes las charlas. Hasta que llegó el momento de ir a caminar, ya alguien había mencionado Xocomanatlán, así que porque no, lugar acostumbrado. Yo que propongo la montaña encantada como opción, donde pancho, uno de los caminantes decanos no había ido. Así que todos rumbo a Xocomanatlán. Como costumbre pasamos al estanquillo de las hijas de Alfonso, yo aparté un litro de leche, de la que producen las vacas, no esa que hacen con química industrial. Ya todos preparados con mochilas, gorras, sombreros iniciamos la caminata. Se hicieron varias paradas tácticas, donde la convivencia fue grata, buenas charlas buenas fotos y momentos encantadores con personas amadas.
Llegamos a la montaña encantada, un encanto de montaña una vista espectacular en medio de un bosque aún encantador. Lo acostumbrado, salieron los mezcales, las viandas y siempre mi amigo Omar con las sorpresas, copas de cristal cortado para los vinos que aparecieron, la bocina para la música ambiental. Volvió a traer el mus de alcachofa; despreciado en una ocasión, en el amacoscle, por la mayoría, pero mi amigo Libra y yo, entonces, le dimos mate. Ahora fue diferente, la mayoría lo degustaron acompañado con los vinos tintos.
La naturaleza siempre participativa, así que sentí que alguien con mucho cariño me besaba el cuello, acerque mi mano para sentir quien era y la sujeté amablemente con mis dedos era una araña Neoscona oaxacescis con toda delicadeza la puse a un lado, pasado un tiempo regresó, ahora a darme un faje a mis brazos, igual la desaire nuevamente, así anduvo por todo mi cuerpo hasta que tal vez ya satisfecha de mi se fue.
Pues ya terminadas las charlas, saber la mala noticia de enterarme que murió Silvestre Organista (el chive), vaciadas las botellas y con una hambre de perros regresamos a los Sabores del Pueblo donde ya nos tenían preparadas esas exquisitas viandas, acompañadas del manjar del pobre o sea tortillas recién hechas a la usanza tradicional.
Todo inicio tiene un fin, así que partimos a nuestros hogares y sólo espero que pronto volvamos a tener este momento de gloria.
Mis mejores deseos a todos mis compañeros caminantes, incluyendo aquellos que no estuvieron pero sé que lo desearon.
Fotos de Omar Solís Hernandez.