Ahora no quiero escribir del grupo minoritario aquel que ostenta el poder. Al contrario hablaré de la mayoría de la población. Como se simula, en esté México lindo y querido, que vivimos en una democracia, entonces, podemos decir que esta mayoría es la que gobierna.
Resulta que el gran conglomerado de la población es poco previsor ya que ni ahorra y se encuentra hasta el cuello con los créditos. Aquí los bancos y agiotistas, que aunque son dos; el primero también suele ser al mismo tiempo los dos, son quienes salen beneficiados y estos desde luego son una minoría privilegiada.
Nuestra gran mayoría tampoco lee, todo lo que se gastó del erario para enseñarles a leer y escribir se fue al caño. Tampoco escriben esto último lo podemos comprobar sencillamente cuando alguien va de compras y dice: chin, se me olvido como se llama aquello que necesitaba comprar. Como ven ni siquiera escriben para anotar un recordatorio, lo que hacen con el celular ni lo consideramos escribir ya que apenaría a sus maestros de gramática. Aquí lo de la lectura queda comprobado que si fuera popular serían las editoriales y no las televisoras las grandes comunicadoras, educadores y etc., etc. El correo electrónico parecía ser un indicio alfabetizante; pero que sucedió: que todos los de esta mayoría reciclan lo que alguien recicla y así hasta el infinito hasta la saturación del sistema. En lugar de utilizarlo como un recurso de comunicación escrita. Bueno así son las mayorías (tienen su merito al menos reciclan los correos basura).
¿Qué como son? Desgraciadamente o quizás agraciadamente, tontas. Las mayorías se comportan más como los animales que como seres racionales, además entre ellas, con ayuda de quienes quieren aprovecharse, se retroalimentan positivamente para seguir actuando negativamente en su contra pensando que lo hacen a favor. Bien, resulta que con esta pereza de leer de las mayorías la otra minoría privilegiada triunfa, o sea: las televisoras. Dándoles, facilito, lo que les dicen que quieren, sin que tengan que pensar si realmente es así.
La otra parte en que nuestras mayorías no tienen razón es que se la creyeron cuando les dijeron que trabajando triunfarían. Sin pensar como sería eso, se lanzaron a trabajar sin limites; dejando otras prioridades a un lado. Ahora comen fuera de casa, los hijos se mandan a guarderías, algunos ya ni se casan, su vida sexual como la de las aves de corral y además trabajando varios turnos no les alcanza para pagar los accesorios necesarios para hacerlo. Quienes ganan pues las guarderías, la empresas de comida chatarra y refresqueras. Aquí debo decir que muchos almuerzan sus donas Bimbo con Coca y comen tacos con Coca o cerveza, cenan nada porque ya es hora de irse de nuevo al trabajo. Pero el sábado y el domingo se llenan de fútbol con cervezas y botanas de bolsitas para aguantar otra jornada semanal de tres por cuarenta horas, esto, los suertudos, los que no, una y sin comer o comiendo apenas. ¿Pero a quien beneficia todo esto?, pues, me da pena decirlo pero a esas minorías privilegiadas.
Ahora viene lo mejor. La recapacitación, para sacar conclusiones ¿toda esta mayoría así lo quiere? A lo mejor si. Yo leo reclamos, burlas hasta consignas bien elaboradas en contra de las minorías en el poder. Pero casualmente quienes las emiten terminan siendo otra minoría no privilegiada ni en el poder; como no es mayoría seguiremos así hasta que las mayorías realmente decidan lo contrario. Demuéstrenme que no son idiotas, al menos mentándomela, si no tienen argumentos. Únanse para terminar con quienes los oprimen, manipulan y los moldean para hacerlos solamente sujetos de consumo y trabajo; sin razón ni decisión. No compren por comprar. El celular no es necesario, ni el auto ni para que decirles que dejen de tomar refrescos, es una porquería cara e inútil. Despierten.
Puedo decirles todo lo que quiera, no leen, estoy gritando en el centro del Sahara. Los que me leerán probablemente son más sensatos.
Hola.