jueves, 14 de marzo de 2019

María Huracán y la liberación del ladrillo.


Foto propiedad de Quadrivium editores.

Es una costumbre mala, desde mi punto de vista muy personal, esa que se tiene en los eventos culturales, donde en lugar de enfocar toda la creatividad de la retórica para explicar las partes medulares del asunto en cuestión la dedican a banalidades y comerciales, temas que bien pueden ser tratados en otro tipo de reunión.


Pero en la ciudad del pecado este tipo de acciones son usos y costumbres y mejor tratarlas con tacto. Así que nada más digo la que sigue y paso al asunto que me trajo aquí. La otra es que nunca inician a la hora marcada.


Pues bien resulta que me atreví ir a otra presentación de libro, ahora fue del hijo de una de las estimadas compañeras Caminantes del Maguey. En un horario cómodo para mi; además que igual de adecuado el lugar, así que no había pretexto para zafarse de la engentada ese 20 de febrero del 2019; año de inicio de la cuarta transformación.


Como es mi costumbre, y no se si exista un protocolo al respecto .llegué y me enfilé a buscar en donde se podía adquirir el objeto en mención, una vez localizado adquirí el libro e inicié la lectura, a final de cuentas es para lo que se compran y que mejor momento mientras se espera aquellos inconscientes impuntuales que someten a los cumplidos a la espera del inicio de un evento tan importante, que lo es aunque se hayan reído de que lo dije. ¿Para que hacer tanta alharaca de algo que no es importante? al menos debería ser para el expositor, patrocinadores y gente culta del lugar.


Pues bien creo que ya obligué a leerme algo a aquellos que les interesa mi opinión con respecto al documento en cuestión.


Por lo pronto diré que exageraron en llamarle novela, pero esto del género no demerita ni calidad ni ingenio. Sólo es la forma de encuadrar en la costumbre literaria aquello que escrito se acumula en un montón de hojas de papel, tal vez sea cuestión mercantil; ya que cuando se habla de cuento, uno espera que sea un libro con varias historias; y cuando es novela, se acepta que se la den como única. Bien dejemos la mercadotecnia.


La narración del joven Martí mete al lector inmediatamente en el asunto, en momentos hasta me sentía en un Porche corriendo en una autopista con un hermoso paisaje el cual no me daba tiempo de disfrutar por la velocidad en que se narraba. Pero en esos momentos en que se detiene, y con frases elegantes no lleva al mundo que creó en su mente para deleitar a sus lectores, no hay más que quedar estupefacto ante los hechos que nos arroja sobre la mente de manera tan docta.


Me asombra el personaje central; aunque no puedo asegurar sí lo hizo con intención o salió de su mente por casualidad de tal manera. Es mujer y en ella están las principales minorías vulnerables; considerando que ya siendo mujer en el mundo de la narración puede resultar un reto para un hombre, además: huérfana, de capacidades diferentes, pobre, niña que trabaja, etc. El etc es para no contarles toda la historia.


Contando esta historia, Martí Guevara se avienta de cabeza a la profundidad de la realidad mundial, ¿para qué meterse en hechos de ficción en una época que la realidad espanta.a los más preparados humanos?. Así que les advierto que sí se atreven a leerla no se arrepentirán. De leerla, probablemente de comprarla sí porque la terminarán rápido y sentirán hambre todavía para leer más historia. Y también de la otra sí se gastaron lo del almuerzo en el libro. Bueno esperen la liberación del adobe, de la piedra caliza y de concreto amado. Tal vez en las siguientes Martí Guevara nos deleite con más personajes y momentos interesante.





“… aún el extenso lenguaje no ha inventado la palabra que delimite el dolor que los padres sufren por la pérdida de un hijo. Los hijos quedan huérfanos, los esposos viudos, pero Don José padecía la pena que aún no tiene nombre. “

Martí Guevara Pupa en María Huracán y la liberación del ladrillo.

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