La vacuna. Es el personaje especial, la súper héroe es aquella que podría acabar con la pandemia; pero… ¿Que sucede a su alrededor?
Cuando Pasteur emprendió su viaje para encontrar la vacuna que inmunizara contra la rabia, el mismo hombre ignoraba la existencia de los virus[1], no sabía que esta enfermedad la ocasionaba ese tipo de intrusos, bacilo le decía él. Más aún no sabía ni papa de genética.
Sin embargo, como los hombres de ciencia de entonces, que eran movidos más por su curiosidad y su afán de resolver problemas; apoyándose en sus éxitos previos, con otras vacunas, se aplica a obtenerla y lo logró: ¿chiripada?, ¿golpe de suerte? ¿O parte del mito que se incluye en las conspiraciones de los antivacunas?
Dejemos por el momento eso que sucedió en el siglo XIX y miremos que sucede en este que estamos viviendo, donde hay miles de científicos calificados, un avance científico increíble; o al menos así nos lo han hecho ver durante muchos años. Un avance en la genética que permite que cada día sepan más cosas sobre el genoma humano; y todos los días aparece un ser vivo modificado genéticamente; como si de artesanías se tratara.
Los científicos reaccionan ante la interrupción del principal ensayo de vacuna contra el coronavirus. La inscripción en los ensayos mundiales de una de las principales candidatas a la vacuna contra el coronavirus está suspendida después de un "presunto evento adverso" en una persona que recibió la vacuna en el Reino Unido. Los científicos dicen que es demasiado pronto para decir qué impacto podría tener esto en el impulso global para desarrollar una vacuna, pero las noticias destacan la importancia de esperar los resultados de ensayos grandes y adecuadamente diseñados para evaluar la seguridad.[2]
Por separado, Rodrigo Romero Feregrino, secretario académico de la Asociación Mexicana de Vacunología, aseguró que los criterios científicos nacionales e internacionales que se deben cumplir en el desarrollo de nuevos medicamentos y vacunas son complejos y rigurosos para garantizar la seguridad de las personas, por lo cual debe haber la tranquilidad de que cualquier producto que se autorice para su administración en seres humanos cumplirá los requisitos de seguridad, calidad y eficacia.[3]
En respuesta a la pandemia de COVID-19, miembros de Rapid Deployment Vaccine Collaborative (o RaDVaC), un grupo compuesto por científicos y sus amigos o colegas, se han autoadministrado una vacuna no probada para el SARS-CoV-2 (el virus que causa COVID-19). Los científicos de RaDVaC describen su proyecto con el objetivo de "reducir el riesgo de daño del SARS-CoV-2, mínimamente hasta que haya al menos una vacuna comercial eficaz ampliamente disponible". Aunque el informe técnico del proyecto incluye términos y condiciones diseñados para proteger a los autores de la responsabilidad, la autoexperimentación de RaDVaC plantea importantes cuestiones legales y éticas.[4]
El neoliberalismo, aborto del capitalismo, usó y usa a la ciencia para beneficiar a las corporaciones; o sea el enriquecimiento de unos cuantos.
El párrafo anterior lo estoy utilizando como entrada para mostrar la poca importancia que la ciencia dio, mejor dicho aquellos que se adueñaron de la ciencia, a la salud pública desde el año 1926. Entonces fue que se descubrió el ADN y RNA, además ya se sabía que algunas enfermedades eran causadas por virus: la viruela, la gripe; ahora llamada influenza, la poliomielitis, hepatitis y otras.
Ya antes se había descubierto como utilizar el virus de una enfermedad de los vacunos para prevenir la viruela en humanos, esto desde luego no resultó de una millonaria investigación científica sino de una sencilla observación científica y después la ocurrencia que funcionó.
Pero regreso a mi propósito, aunque existen en la actualidad personas muy expertas en la cuestión genética, ellos principalmente trabajan para corporaciones donde les pagan para ser grandes consumidores; no todos lo hacen por la inquietud científica de investigar y conocer nuestro entorno ni mucho menos para ayudar a sus congéneres. Las corporaciones orientan la investigación de acuerdo a una finalidad práctica, económica, en el sentido de aumentar sus utilidades sin importar que lo hecho mejore o no, incluso empeore, la salud pública.
El ejemplo en la genética son los transgénicos, las corporaciones en busca de apoderarse de las semillas importantes para la alimentación, de tal manera que aquel que coma deje parte de su ingreso trabajando en el dueño de la patente de la semilla transgénica.
Ahora que apareció el SARS-COV-2, igual apareció la sorpresa para controlarlo, nadie estaba preparado. Eso sí, gobiernos, institutos, corporaciones ya presumen que trabajan para ello pero con argucia y simulación; sobretodo con muchas codicia por los dineros que esto pueda dejar.
¿Qué les conviene más, prevenir la enfermedad, erradicarla sí es posible, o tener medicamentos y equipos para curarla?
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