sábado, 22 de diciembre de 2018

Los piquetes.

Mosco. Fotos de Epm.
Vivir en el campo tiene algunos inconvenientes, de los cuales no están muy alejados también los que en ciudades viven. Me refiero a los piquetes de insectos o mordeduras de arañas y otros pequeños animales como los ácaros. En mi vida yo he sido víctima de ellos en diferentes ocasiones por lo que les mostraré un viaje a través de mis experiencias. Para no tener que aclarar en cada momento les diré que los lugares que mencionaré están en Chilpancingo, Guerrero, México salvo cuando especifique otra parte.

Mosco. Foto:Epm

Los piquetes más comunes que he recibido y más frecuentes, supongo que al igual que muchas personas, han sido los mosquitos y las hormigas, pero aquí existe un insecto llamado mosquito de Zumpango (Simulium ochraceum)(1) que igual en temporadas era bastante latoso y nos dejaba el cuerpo lleno de piquetes característicos: una roncha pequeña con un punto rojo en el centro.  El mosquito o zancudo como se le dice aquí es el más mortal de todos de acuerdo a la cantidad de personas que ha matado, sin embargo no tiene veneno sino que es vector de enfermedades que pueden ser fatales.

Mosco. Foto: Epm
Avispas. Foto: Epm.

Pero existen otros piquetes no tan leves ni tan comunes. Las avispas son bastante agresivas y variadas tanto en tamaños como en colores, así pues que mi primer experiencia con ellas fue siendo niño, la primer vez corriendo en el campo del ya inexistente Centro de Fomento Ganadero, una de ellas me pico en el cachete fue una mediana como de tres cm, negra; casi azul metálico. Siempre surgen los remedios como el de ponte lodo, etc. el caso que el dolor va del intenso agudo a uno que calienta y se atenúa dejando una inflamación que en días desaparece.
Colmena de avispas. Foto: Epm.
Las avispas contienen veneno que aplican al picar por medio de un aguijón que tienen al final del abdomen.
Cuando nos mudamos a la colonia Cuauhtémoc sur, estaba en la periferia de la ciudad así que el campo para jugar nos sobraba, también la existencia de avispas; tanto es así que, el significado de Chilpancingo, algunos dicen que es lugar de avispas.

Avispa. Foto: Epm

Pues bien aquí me dieron su advertencia unas rojas igual de grandes que la negra mencionada ya; con el piquete muy parecido. Igual me pasó por estar tumbando la colmena de otras avispas negras pequeñas; estas como de 1 cm de grande, esta vez recibí piquetes  múltiples por ellas, dejándome la cara como Olaf, así decíamos, ya que entonces circulaba una historieta de caricaturas llamada Los Halcones negros donde uno de los personajes así se llamaba y tenía grande la mandíbula. El piquete era doloroso pero no duraba mucho salvo la inflamación que sí tardaba varios  días. Así pasaban los días entre piquetes de las rojas y negras grandes y las negras chicas.

Colmena de avispas. Foto: Epm.
Pequeña avispa negra. Foto: Epm.
Tanto en el Centro de Fomento Ganadero y la colonia mencionada existían muchos alacranes pero por un extraño capricho del destino a mi nunca me picaron a diferencia de lo sucedido a otros compañeros.
Alacran. Foto: Epm.
Colmena de avispas. Foto: Epm.
Viví tres años en EUA y en ambos lugares de ese país donde viví fue en las periferias y con extensiones amplias de campo, fue allá donde conocí el piquete de otro tipo de insecto: un abejorro, Existe un abejorro con el cual los niños de mi edad, 13 años entonces, jugaban, al igual que nosotros hacíamos aquí con los tomayates, les amarraban un hilo a la pata y lo traíamos como mascota voladora paseando.
Al igual que aquí escogíamos los verdes, que por cierto nunca supe por qué, allá se atrapaban los abejorros de cabeza blanca que era los que no picaban, pero mi necedad y descuido hizo querer coger uno y me dio tremendo piquete en la cara, el dolor muy parecido al de las avispas pero entonces la inflamación que tuve fue mayor.
Los abejorros que son más emparentados con las abejas que con las avispas su piquete lo hacen parecido a las últimas.

Abeja. Foto: Epm.
Abeja. Foto: Epm.
Las abejas yo las consideré siempre como calmadas hasta un día que se me paró una en la mano y quienes estaban conmigo me advirtieron del peligro, era la época de las películas de las abejas asesinas, los calmé y les expliqué: que si no le hacia nada, ella no me haría nada, acababa de decirlo, cuando la traicionera suicida me dejó ahí su aguijón y voló. La ventaja es que yo sabía que sí me quitaba el aguijón con cuidado el veneno no causaría problemas así que tuve suerte ese día, solo fue un leve dolor, tumefacción sin inflamación. En mi casa también podando un árbol me picó otra por haberla sujetado sin intención.
Las abejas a diferencia de las avispas aplican el veneno dejando el aguijón encajado con la glándula del mismo en la víctima, su veneno está más estudiado.
Antes de esta experiencia tuve una más dolorosa en un baile de la secundaria, estábamos parados bajo un edificio de dos plantas justo en los límites, cuando de la parte alta me calló una araña al hombro y como diablo veloz se metió entre la camisa hasta llegar al pecho donde yo sin saber que era la apachurré al momento que me dió tremenda mordida, sentí como si me hubieran encajado un fierro caliente, después que me descubrí me di cuenta que fue una de esa viudas negras, tal vez fue poco el veneno que inyectó ya que salvo el inmenso dolor y dos puntos negros que duraron algunos días no pasó a mayores.
Ya de adulto tuve otro encuentro con arañas, estas no pude identificarlas sucedió un día que en el trabajo estaba escombrando un espacio, al levantar una caja y apoyarla en mi abdomen sentí que se me subían muchos pequeños animales, pensé en un principio que eran hormigas pero al mirarlos ya con detalle resultaron pequeñas araña, tal vez un huevo acababa de abrir y me vieron como comida, el caso es que mi panza quedó como con sarampión llena de ronchas, no muy dolorosas pero sí con escozor terrible durante unos días.  
Hormiga. Foto:Epm
Las hormigas se nos subían constantemente, salvo la molestia de sentirlas encima, pocas veces nos picaban, principalmente aquellas  que había más, las arrieras, se nos subían, bricábamos y se caían; salvo las grandotas que a veces mordían pero sin ocasionar dolor considerable, no se puede decir lo mismo de las rojas pequeñas llamadas de fuego esas sí pican duro, duele y dura su dolor todo el día y el picor que queda por varios días.
Hormiga. Foto: Epm



En EUA también tuve la amarga experiencia de las garrapatas, mi tío que fue la persona con quien viví, era veterinario; yo le ayudaba en las faenas de la clínica. Entre ellas la limpieza y sujeción de los animales para ser tratados. La zona donde vivíamos era una donde la cacería era actividad muy concurrida, cazaban ardilla, jabalíes, guajolotes y venados; también aves de diferentes especies. Para la cacería utilizaban perros que en la faena en ocasiones salían lastimados y de emergencia entraban a la clínica repletos de garrapatas. Estos ácaros son verdaderamente sigilosos, al grado que te llegan a los testículos sin sentir, hasta después que ya están repletas de sangre y se intentan desprender o al hacerse uno una caricia en ellos notas la inconsistencia y te das cuenta de la ofensa. Quitarlas es muy doloroso; y el piquete puede durar unos días si no eres alérgico a la sustancia que dejan ellas, otra advertencia es que puedes tener otros problemas, sí está contaminada de alguna enfermedad te puede contagiar. A mi se me prendieron en varias ocasiones y en diferentes lugares principalmente machos.


En la Costa Chica de Guerrero también tuve una amarga experiencia con las garrapatas, al cruzar un potrero pegado al mar, se me subieron a las piernas los coloradillos (así les llaman en esos lugares a las larvas de la garrapata) y me pusieron una picotiza que me dejaron las pantorrillas y tobillos como si hubiera enfermado de rubéola. Estuvimos varios días viviendo en la playa lo que permitió amortiguar la molestia con el agua del mar. Sin embargo recurrentemente cada año me surgía una urticaria en los tobillos que yo supuse fue por la misma causa, nunca pude corroborarlo con algún facultativo.
Foto de Epm.

Foto de Epm.



Ya mayor me uní a los Caminantes del Maguey y todos los domingos salimos a caminar al campo. Es increíble la cantidad de vida que existe en lugares que ha simple vista se miran desolados. Así que en las largas caminatas hacemos paradas, en estos lugares existen zorras, sabemos que hay, no tanto por haber coincidido con ellas, sino porque tienen la costumbre de defecar sobre piedra grandes en el camino o bajo los árboles que están en los lugares que igual escogemos nosotros para hacer el descanso. Resulta, ignoro por qué, pero en ocasiones esos lugares están plagados de pulgas, imagino que son las de reciente eclosión ya que se nos suben sin sentir y después de un momento inicia el picor, uno que deja multitud de ronchas que duran como por dos semanas. Se sabe que pueden transmitir enfermedades, no me ha sucedido y espero que así continué. A mi esto de las pulgas ya me ha tocado en dos ocasiones, es fastidioso sobre todo porque escogen lugares incómodos. Utilizó una receta doméstica de repelente para insectos ahora, pero igual se me olvida ponerlo y coincide cuando me atacan.


En el camino existen una variedad enorme de insectos picadores, jejenes, moscas y mosquitos. La mayoría sólo tienen piquetes dolorosos pero de un que picor se elimina rápido al igual que no dejan roncha. Siempre caminamos llevando mezcal así que yo lo utilizo como bálsamo para los piquetes, tal vez eso amortigua la molestia.


Pero las avispas son la experiencia más temible incluso una vez sentado comiendo pozole en una fonda de Almolonga una me pico en la parte trasera del cuello sin haber causa posible, me le antoje y fue a picarme, tal vez pensó que moriría y después me comería.
Colmena de avispas. Foto de Epm.

Avispa Pepsis thisbe. Foto de Epm.

En el Edén por Zumpango del Río al tratar de fotografiar unas flores no me di cuenta que estaba un avispero de unas amarillo con rojo; estas me dieron varios piquetes en la cara sin consecuencias, sólo el dolor del piquete.



















Subiendo por el PRD una de las caminantes vio una Pepsis thisbe que intentó atrapar,(aclaro que no estoy muy de acuerdo que se haga pero lo hacen, las utilizan para el mezcal de avispa), bueno ya la había atrapado con un trapo al quererle ayudar a sujetar el animal, la muy lista me dio tremendo piquete en la mano y escapó. Considero que hizo lo correcto; supongo que es la verdadera razón de tener ese armamento. Duele pero no duró mucho, al igual que en otras ocasiones me puse mezcal tal vez eso fue lo que amortiguó la acción del veneno o fue que no aplicó suficiente cantidad para hacerlo molesto.


En los lugares en que he andado existen otros artrópodos que agreden, como el ciempiés que vive en la caja del excusado de mi negocio, pero no lo ofendo y al parecer vivimos los dos más en paz que entre los países de primer mundo y los del tercero.



Cienpies. Foto de Epm.

La última experiencia fue  hace nueve semanas,  un animal me picó diez centímetros bajo el ombligo, sin saber cuál fue. El piquete fue leve pero inmediatamente inicio un comezón intensa que duró varios días y la roncha ya lleva ese tiempo sin desaparecer.



Roncha producida por vector desconocido. Foto de Epm

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