domingo, 29 de diciembre de 2019

La amenaza del nuevo año.





Medir el tiempo es una pasión del humano, han existido culturas que de esta medición hicieron una religión. Midieron el tiempo desde mucho antes de su existencia hasta tiempos en que su cultura ya es una inexistente.
Nosotros, los modernos, cada año llegamos al último mes con el entusiasmo de que si el año que termina fue bueno o malo el siguiente será mejor, así que utilizamos los últimos quince días de diciembre para excedernos en todo, algunos incluso desde antes.
Pero el tiempo no es más que el transcurrir de la vida, el paso miserable de los mortales; que es para quienes se aplica, y que sólo lo notan los humanos.
Es una medida para endeudarse y saber que se tienen que pagar los réditos cada determinado lapso de ese tiempo. Es el motivo, como ahora, de festejar algo: un cumpleaños, el aniversario de lo que mejor se nos ocurra.
Y así engañándonos con esos festejos nos damos cuenta que para algunos de nuestros seres queridos ese tiempo ya se terminó; y que no existe perilla ni app para regresarlo y mucho menos detenerlo, miramos con preocupación que nuestra raya cada día está más cerca y no nos queda de otra que hacer un chiste del asunto o ignorar esa dimensión que se mueve despiadada para acabarnos.
Así pues que puedo desearles lo mejor para el siguiente, pero no esperen que mis palabras son del Dios, ya que sabiendo que el tiempo se mueve, tal vez para algunos de nosotros, el siguiente sea el definitivo.
No se espanten: el definitivo para decidirse a tomar la vida en serio, para recordar que aunque mortales somos, dejamos pedazos de nosotros en nuestra descendencia y que ellos merecen una vida; al menos lo malo o buena que fue la nuestra.
Así pues que definitivamente espero que el próximo año, ya que este se acaba, si tomaran en serio lo del cambio climático. Que se empiecen a sacrificar poco a poco, por su descendencia, sus excesos energéticos y de consumo de artículos suntuarios, casi todo lo que hemos comprado es suntuario, empiecen a ya no hacerlo.
No se morirán primero si dejan un día a la semana, o dos, o tres, o toda la semana su auto y caminan o usan los transportes públicos. Ya no estrenen auto; ya están viejos, lo digo para los que están, acábense el que tienen y ya párenle, ya dañaron un montón el mundo; déjenle algo a sus descendientes.
Feliz año nuevo, los quiero a todas.   

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