viernes, 6 de marzo de 2020

El universo.

Foto de #edgarpmiller



Camino por el campo y como el perro que al salir a la calle inicia a olerlo todo, así yo con el otro sentido miro todo a mi alrededor.

El perro a través de su olfato siente la existencia de sus congéneres, deduce oliendo que a su alrededor existen o existieron otros perros.

Así yo al mirar el campo me doy cuenta que es un páramo olvidado, al igual que un hormiguero en donde las hormigas ya no están.

Solo se mira que en otros tiempos; al igual que las hormigas pastoreaban pulgones, el hombre lo hacía con otros animales.

Así como esos insectos cosechaban hongos que ellas mismas sembraban, yo miro los campos de cultivo erosionados y abandonados por ancestros agricultores.

Así como esos artrópodos talaban hojas para su cultivo, los humanos anteriores talaron los bosques por razones igual de vitales o no tanto.

El perro con el olfato intenta entender su mundo, al igual yo trato de entender el mio observando con todos mis sentidos.

Mirar como los seres vivos se mueven en el planeta; cada especie actuando de acuerdo a sus instintos, me doy cuenta que en lo general la vida trata de transformarlo todo para aumentar su existencia en ella.

Y así sucedió en un tiempo lejano, considerando lo que decía un astrónomo filósofo, de que la nada, el vacío en el universo es solo un momento inestable y fue en un momento asì que la energía brotó de la nada.

Se hizo la luz, pero no como la que nos ilumina en casa, sino que como una variedad de ondas de infinitas frecuencias. Y llenaron el universo y entre ellas interactúan y de ellas surgió la materia, porque así como Einstein formuló la conversión de la masa en energía, igual puede suceder al revés.

Así pues de esa energía caótica surgieron los 118 elementos materiales, después con ellos se fueron formaron millones de compuestos químicos.

Y en esa lucha milenaria fueron surgiendo las galaxias que conocemos y los sistemas planetarios y otros tantos cúmulos materiales que desconocemos. Donde la materia convive con la energía y la nada. Sabemos como la masa absorbe la energía en un hoyo negro y después estalla en una supernova para volver a entregarla al universo.

Pero el universo es caprichoso y no se conforma, al igual que el humano, que a fin de cuentas es nuestra esencia, siguió la transformación y de toda esa masa en un pequeño punto del universo que es nuestro planeta e igual en otros puntos; podría ser, surgió la vida y la vida evolucionó y creció, se magnificó, se diversifica; y ya casi llena al planeta.

Pero al igual que la nada, la energía y la masa; la vida sigue inestable y entre todas las criaturas vivas surge una, que bien podría ser conformada por una colonia de muchos seres diminutos vivos diferentes, al que llamamos humano, él no puede ser igual que las demás y en el capricho universal surge el pensamiento, ese pensamiento se transforma en filosofía e inicia ahora a cubrir parte del universo a compartir espacios; de él surge el arte, la ciencia, la tecnología. Y el humano es energía, materia y vida con pensamiento, en él aún existe la nada que lo acompaña como una etiqueta de su origen. Y la manera más clara de distinguir la nada de lo demás, es que el piensa en su razón de existir y descubre nada.

Así pues que sí me siento un rato después de andar bastante y considero todo esto, me doy cuenta que tan solo somos una parte de algo que ya hizo lo que tenía que hacer y que a partir de este momento lo que llenará el universo, será lo que el pensamiento hace y después lo que surja de lo hecho.

Y el arte es energía en la música, materia en la escultura vida en su creador y pensamiento en la escritura y en toda su creatividad artística, científica y tecnológica.

Entre cada partícula de ese todo mencionado, está nuestro inicio: la nada. La distancia que existe entre los elementos que constituyen la materia está rellena de nada.

Así que me levanto de donde en el campo me senté y camino más liberado, más enterado, sabiendo que nuestra misión, la del humano pensante, está iniciando su final.

Y como existe aún la nada, la energía, la materia, la vida. el pensamiento, el arte, la ciencia, la tecnología; así estará la vida como parte complementaria de lo que siga.

No somos ni lo principal, ni lo elegido, solamente materia de un universo caprichoso que se autoconstruye.

Mi perro voltea a mirarme, se ve que está oliendo el ambiente, paró sus orejas lo más que pudo y movió la cola en señal de que llegamos a la misma conclusión. Regresamos a casa como cualquier otro día, pero orgullosos de ser parte de un universo en construcción.

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