El otro día en el Facebook un amigo publicó una reflexión sobre la tolerancia. Digo yo, no existe mejor atractivo para el debate que algo tan ambiguo como la tolerancia. Así pues, que varios hermanos cultos de la red iniciaron a referenciar a sus autores preferidos para llevar la crítica al señor del palacio. Como que sino fuera suficiente toda la artillería que hacen los medios tradicionales. Pero de eso se trata, siguiendo ese antiguo método socrático de rebatir la opinión del interlocutor para llegar a un resultado que pueda deshacer la duda al respecto. Cosa que en algunos asuntos la discusión se iría a la eternidad.
Pero olvidémonos del señor del palacio, yo traje lo de la tolerancia al momento más crítico de la ecología.
Así que si alguien sabe y quiere discutirlo; aunque sé de antemano que cuando se tiene cola que le pisen lo mejor es mantener el silencio. Pero igual pregunto.
¿Hasta donde es tolerante depredar el planeta para la subsistencia del ser humano?
Qué entendemos, que para algunas religiones Dios creo todo para beneficio del humano.
Pero ahora que algunos grupos se han declarado amantes de las demás vidas del planeta, esa doctrina se está acorralando y posiblemente se deseche.
Sabemos, bueno al menos yo sé, que mínimo necesitamos comer, vestir y un lugar para cubrirnos de los fenómenos naturales. ¿Por qué siendo tan sencillo este asunto, se complica tanto en sociedad? Diría Carlos Eduardo, todo tiene que ver con las utilidades.
Pues bien queda el cuestionamiento para los hermanos cultos.
Tal vez antes de llegar a la eternidad o a la tumba, todos logremos un consenso para salvar al planeta; que en un estricto modo de ver, se tarta de salvar a la humanidad; su espacio vital; ya que el planeta, como lo dejemos resurgirá para bien de la vida.
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