Llegó
el domingo, un gran domingo; con buen clima. En un lugar, donde salir al campo
es disfrutar lo mejor que nos puede ofrecer.
Después
de hacer todos los preámbulos para iniciar la caminata me dirijo al lugar de
reunión. Ningún valiente amenaza con ir, pero existen los animados de última
hora. Caminando calmado sabiendo que nadie espera, lo hago a lo largo de la Av.
Miguel Alemán, había una cola como de diez personas en la entrada del IMSSS, no
es común en domingo algo habrá de especial.
Sigo el trayecto cruzando con casi nadie comparado con otros domingos.
Entro
a la plaza por el andador sur, ¡andador!, para nada un estacionamiento o acceso
de vehículos. Qué difícil resulta para algunos entender que el mundo civilizado
funciona así; con pequeñas reglas que se tienen que cumplir.
Seguí
por la plaza mirando lo antes visto, casi vacía, los de mantenimiento
principalmente, para ellos no existe domingo. De la distancia, a la que iba
acortando, no se miraban valientes. Me senté un rato, tomé unas fotos y las
mande al WhatsApp de los sedentarios del Maguey.
Minutos
después suenan las campanas de la Asunción; las 7:30, tiempo justo de prórroga.
Bueno nadie llegó, seguro existen cosas de mayor importancia para aquellos que
aún se animan de vez en cuando; el tiempo es un misterio y cada mortal lo
maneja de diferente manera.
Me
gustan las tertulias con los amigos, pero a diferencia de muchos, disfruto
enormemente la soledad así que apliqué el plan B.
Me
dije: –ya abrieron los Sabores del Pueblo en Amojileca y Víctor invitó a la
apertura. Así que el plan fue ir a almorzar a Amojileca.
Me
dirijo relajado y animado rumbo a la terminal del transporte público por el
andador Zapata hasta la Alameda Granados Maldonado. Vi que la están
remodelando, algo que seguro puedo decir no lo necesitaba. Pero los gobernantes
tienen modos bizarros de planear el gasto público.
Por
el avance que miré no creo que terminen en esta administración y dudo que sea
de la calidad de la que vandalizaron, pero igual la Inauguran diciendo que sí y
presumiendo que fue la gran obra, ya ha sucedido; es costumbre.
Estoy
de acuerdo que la comuna tenga las avenidas adecuadas para que el transporte
público dé servicio, pero ¿eso de pavimentar calles de colonias?, le corresponde
a los fraccionadores y a los colonos.
No tenemos agua potable en la capital, pero a la mayoría al parecer no le preocupa se angustian más por los baches y los plantones.
Seguí
por la avenida Juárez, hasta la pequeña calle donde está la terminal. La
hermosa ceiba que está en la esquina es una buena referencia, tal vez este
árbol ya cumpla los cien años, pero, no deseándolo, para los taladores en
minutos la quitan del paisaje. Tal vez al huamúchil que está a su lado igual le
suceda, y lo digo porque los árboles en el pequeño parque que se localiza antes
de llegar a la terminal ya fueron talados. El respeto a los árboles es algo que
no se les da a los administradores de la Capital y por mayoría a la población
no le importan, incluso existen algunos que los consideran problema. Llegué a
la terminal en el momento en que partía un vehículo de la ruta. Vacío, bueno
con chofer, me subí después de preguntar si salía en servicio, fui el único
pasajero; la soledad es pasajera, suena a canción y le queda al momento.
En
el camino se subieron otros pasajeros, gente linda del pueblo, todas ellas
personajes que de seguro tiene una historia que contar. Como la niña de aproximadamente
doce años que subió con su chiquihuite, como de un metro de diámetro, lleno de
pan; cubierto con un lienzo blanco. Después una pareja joven sube y se sienta:
el caballero de un lado y la dama del otro de la jovencita. Al ver eso mi
corazón casi se paraliza pensando mal, la información en los medios ha logrado
que tengamos perspectivas violentas con respecto a actitudes comunes. Mi
pensamiento voló a pensar que tal vez con argucias levantarían a la niña para
luego explotarla en el mercado de la prostitución infantil. Pero no: o quien
sabe, lo que sucedió después fue que el caballero tocó la manta del chiquihuite
y dijo: –están calientitos
La
joven inmediatamente informó –sí son bolillos.
La
dama le indica a su acompañante: –quieres uno, intentando sacar dinero de su
bolsa.
Él
inmediatamente alza la manta y saca un bolillo; como perro hambriento le mete
una mordida.
Hecha
la transacción comercial, la jovencita se levanta con su carga y pide la parada.
Baja del vehículo, una vez en la calle, no digo banqueta porque en la capital
en esos rumbos son artículos de lujo, camina en dirección a un andador que desciende
a una de tantas colonias que se encuentran en las barrancas; para vender su
carga.
La
pareja se expresa de ella: –mira va a vender sola.
Unas
cuadras adelante se baja la pareja.
Cuando
anda uno solo, la contemplación es una gran compañera que te atiborra de
satisfacción imposible de obtener acompañado. Después te llega otra amiga seductora,
la meditación; ambas te permiten mantener tu mente en forma. Cosa importante,
siendo nosotros una especia inadaptada en un mundo incomprendido.
Cuando
camino y andando llego a lugares altos, desde donde en el horizonte se mira lo
inmenso que es el planeta, te queda la incertidumbre de saber qué, siendo tan
grande, en tan poco tiempo nuestra especie se lo está acabando; ¡solamente por codicia!
Este
domingo caminé un buen tramo de la zona poblada. Sobre todo, de regreso que ya
era después del mediodía, miré la cantidad de personas con exceso de peso,
incluso dentro del transporte. Pues bien, cada gramo de sobrepeso que tienen es
un pedazo del mundo que destruyen. Todo lo que los humanos adquieren que no es
indispensable destruye un mundo enorme pero limitado.
Llegue
a los Sabores del Pueblo. Me sentí muy bien porque después de estar cerrado
cuatro semanas, con las pérdidas; de un negocio, inherentes a eso, las damas
del lugar se mostraban alegres y serviciales al igual que mi amigo Víctor. A él
y a todas ellas les agradezco sus atenciones.
Los
Sabores del pueblo estuvo forzosamente cerrado porque la calle donde se
encuentra fue zanjeada para meter drenaje.
Es
progreso dirán; pues bien, no lo es: recolectar aguas negras, mezcladas con
detergentes, champús, blanqueadores y otros químicos para luego por medio de un
tubo arrojarlas a un río limpio, medio de subsistencia de diferentes especies
silvestres, es peor que regresar a la edad de piedra; es un crimen ecológico,
sin mencionar que violan las leyes sanitarias.
Después
de gorrear unos cafés y picadas en los sabores del Pueblo inicié mi caminata
rumbo a Chilpancingo. No utilicé en esta ocasión los caminos de herradura para
acortar la distancia porque quería disfrutar un paisaje conocido, pero no visto
desde otro ángulo.
Caminé
hasta la Cuernavaca donde tomé el transporte público. Me pasó algo curioso, llegue a la parada que
se encuentra en el crucero y estaba una chica al parecer con un pequeño puesto
de golosinas. Pero también cubría el de supervisora del transporte; supongo. Después
llegaron más pasajeros y me dije: – ya se llenó el vehículo, más los que
traiga, espero la que sigue.
Llega
el mencionado transporte y todos se alinean hacia él menos yo que por educación
no me gusta amontonarme. Pero la chica de la parada me pregunta: –¿qué no va a
subir?, es por turno y usted llegó primero.
A
vaya, ya llegué a la civilización, agradezco y me subo al transporte;
inmediatamente los demás abarrotándolo.