Me dio por escribir lo siguiente debido a dos asuntos que circulan en la red: Lo de la prueba Pisa y de que en México está bajando el aprendizaje de los muchachos y sobre los puristas del lenguaje que asumen, que escribir con la perfección gramatical es muestra de preparado para quien bien lo hace; o todo lo contrario para quien no puede hacerlo.
Pues bien, yo soy un ciudadano mexicano promedio que tuve pésima escritura en el aspecto ortográfico y gramatical hasta terminada la profesional, puedo asegurar que aún comento errores garrafales por desconocimiento de todos esos caminos y vericuetos del lenguaje, algunos que ni las mismas academias se ponen de acuerdo con los intelectuales. Como es el caso en el lenguaje de género.
La prueba PISA: El informe del Programa para la Evaluación Internacional de los Estudiantes o Informe PISA (por sus siglas en inglés: Programme for International Student Assessment) es un estudio llevado a cabo por la OCDE a nivel mundial que mide el rendimiento académico de los alumnos en matemáticas, ciencia y lectura. Su objetivo es proporcionar datos comparables que posibiliten a los países mejorar sus políticas de educación y sus resultados, ya que este análisis no se evalúa al alumno, sino al sistema en el que está siendo educado.
El estudio se basa en el análisis del rendimiento de estudiantes de 15 años a partir de unos exámenes estandarizados que, desde el año 2000, se realizan cada tres años en diversos países pertenecientes o no a la OCDE.[1]
Creo que queda claro que es un comparativo desde la perspectiva de una organización interesada, más por el dinero, que por la sabiduría de las personas del mundo.
Ahora quiero contar una anécdota, resulta que yo terminé la primaria en Chilpancingo, Guerrero, México y tenía en puerta un viaje de un año a EUA para aprender inglés. Curiosamente en ese tiempo a mi padre lo nombraron subdirector de la Escuela Agropecuaria. Fue entonces que diseñaron un examen de admisión para nivel secundaria donde yo fui conejillo de indias para probarlo, No lo pasé, mi padre se molestó conmigo y me indicó que, si no me aprendía todos los municipios de Chilpancingo y sus capitales, no iba a EUA. Pues me los aprendí; y les digo sin temor ni vergüenza que los desconozco nuevamente. Así los exámenes y la comparación.
Resultó, que sí fui a EUA, siendo aquí un alumno del medio para abajo aprendizaje; burro pues. Allá fui un alumno de excelencia; la lógica diría que debería ser lo contrario, y desde luego eso no fue porque me aprendí de memoria los municipios de Guerrero sino porque el sistema educativo de allá tenía otros intereses en las personas.
Regresé a México con mi ego muy en alto. Pasé el examen de la ESFAID como el segundo mejor promedio; sin embargo, no me aceptaron porque tenía ya 15 años, bueno eso también cuenta para ser aplicado.
Entre a la peor secundaria del lugar, según los ciudadanos, y terminé la secundaria con diplomas de excelencia, sin embargo, mi escritura seguía siendo un asco para los puristas. Cosa que no fue obstáculo para pasar excelentemente el examen, de la escuela vocacional número 2 del IPN donde terminé muy bien, incluso fui de los mejores alumnos en matemáticas y física, para después incorporarme a la ESIME donde tuve dos grandes compañeros: Eleazar y Romeo, que durante todos los semestres me presionaron para que mejorara mi mal hablar y casi lo lograron, debo de vez en cuando decir disparates de prosodia. Recuerdo en la secundaria, haciendo un trabajo, buscaba la palabra “aiga” en el diccionario para escribirlo correctamente, nunca la hallé, por razones obvias, así que la dejé de esa manera; ya que, hasta que llegué a la profesional para mí era correcta.
Terminé la profesional con muchas deficiencias en mi escritura; no por falta de interés por mejorarla, fui haciéndolo en el trayecto, pero se me dificultaba horrores.
Entré a trabajar a la SSA en la Dirección de sistemas e informática donde tuve la asignación de analista programador. He aquí otra anécdota, tenía que escribir claramente las especificaciones para que los programadores pudieran hacer el programa para la computadora. Buena redacción y gramática, aprendí lo básico y con la ayuda de las secretarias de la dirección. Pero lo interesante fue hacer los escritos que tenían las instrucciones para la computadora: los programas. O los escribes bien; o la computadora hace tonterías o nada. Son lenguajes bien documentados, donde no existe la duda de como escribir para entenderse, cosa que nuestro leguaje no cumple. Te dicen las reglas para conjugar y después resulta que existen verbos irregulares y así con multitud de caprichos de puristas del pasado.
Esto sólo es el testimonio de una víctima del lenguaje; con cerebro para resolver ecuaciones diferenciales y hablar con las computadoras en su lenguaje. Alguien que estaba al nivel que cualquier programador del mundo de su época.
Luego que estudié un curso en línea, en una universidad de Barcelona, comprendí que muchos de los grandes escritores no tienen una buena gramática. Son grandes, porque son creativos; de la gramática se encargan los correctores de estilo y redacción que paga la editorial.
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