Este domingo que pasó, los caminantes del maguey regresaron a la tertulia poética. La poesía volvió aparecer con metáforas precisas en la voz de la nueva caminante Salomé Torres. Sus poemas nos deleitaron durante la parada acostumbrada para degustar el bodegón y los mezcales de los caminantes. Alterné, con mi pésima lectura, y no queriendo quedar ausente Jorge participó también.
Salomé me convidó su poemario (Hilos de lluvia) y mientras lo leo viajo entre nubes de metáforas surgidas de la mente de una mujer enamorada. Que placer es leer poemas que muestran amor. Ese sentimiento que día con día se va perdiendo para transformarse en intereses materiales, confundiendo las mentes de muchos este sentimiento esplendoroso; como dice una canción por ahí. Para nada amar un auto puede ser amor.
“el sonido de mis dedos, que despacio andan
entre tus cabellos”
Se tiene que estar enamorado para entender y más para poder decirlo.
“Un día, o una noche dejemos huir al miedo.
Dejemos que muera el deseo
dejemos que el desconsuelo se extravíe
guiarnos sólo por la luz de nuestro palpitar”
Y así verso a verso voy disfrutando cada frase de estos poemas hermosos.
“Quisiera educarme con el cintilo de tu aliento.
Saber lo que me aguarda. Lo que encontraré
Cuando llegue a los pies de la montaña.”
Premonitorio, ahí en el pie de la montaña fue precisamente donde nos platicaba sus poemas Salomé.
Y continúa, en el poemario, platicando trozos de su vida en versos que lo platican de la manera más sensible que podría hacerse.
“Saliste sin avisar, sin despedirte.
Sin poder darnos un abrazo apretado,
en el que se dice todo sin hablar”
Y se acabó el poemario y quise buscar más folios repletos de tus poemas pero ya habían terminado, sólo quedó el deseo de tener más, sí más, porque aunque fue mucha poesía lo escrito fue escaso tan escaso que me dejó un vacío, grande; que tal vez después se pueda llenar, esperaré.
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