viernes, 11 de marzo de 2011

De a poquito es mejor.

El otro día mi amigo, J. D.,  llegó para invitarme a una serie de conferencias, en radio UAG., relacionadas con la  alimentación.
Él lo que quiere  o pretende hacer es enseñar a los jóvenes a comer correctamente; pero no a usar cubiertos ni buenas maneras en la mesa, más bien para que sepan escoger sus alimentos de tal forma que no sufran las consecuencias por hacerlo mal.
Me desconcertó el que me haya invitado, ya que mi área de conocimiento es otra, yo estudié comunicaciones y electrónica y actualmente soy comerciante en el giro de la medicina veterinaria; pensé que quizás lo hizo creyendo que si pude migrar con éxito de comunicaciones y electrónica a veterinaria, bien podría hacerlo, ahora, a la alimentación.
Bueno, no fue por eso que me invitó, sino que él se dio cuenta que a mis sesenta años me conservo como en alcohol, bueno no precisamente pero casi; o sea estoy mejor que la mayoría a esta edad, el también se conserva bien. Por lo que consideró que seríamos ejemplares para hablar de algo que preocupa a todos o casi.
Pues bien, al principio como que le quise sacar al parche, pero no es mi costumbre rajarme  a los retos intelectuales; por lo que me dije, vamos a ver que resulta. Lo que resultó es que esto de la alimentación es algo verdaderamente fascinante, profundo, casi místico. Tiene poco de ciencia (de esto después hablaremos más) a pesar de que muchos científicos se dedican al asunto, sobre todo aquellos que están en la industria de la alimentación de animales.
Pues bien, Jaime al principio me insinuó que yo me alimentaba bien, yo consideré, entonces, que eso era indiscutible; por lo que lo acepté. No soportó mucho esa mentira, ya que con el andar de las investigaciones que hacíamos para las conferencias fui dándome cuenta que mi alimentación es a base de puros venenos, sin embargo lo impresionante es que me encuentro sano al menos más sano que la mayoría de los de mi edad, además vivo. Me hicieron el perfil de lípido y no tengo incongruencias; estoy mejor que lo que muchos quisieran estar a cualquier edad, no tengo glucosa, ni hipertensión, con el agregado de que todos los sábados juego un partido de fútbol de 90 minutos entre equipos donde se mezclan jóvenes de menos de 25 años. Juego al ritmo de ellos, incluso a veces resulto más rápido que algunos de los jóvenes y con mejor condición física.
Como pueden notar algo anda mal en cuanto a la apreciación maligna de esos alimentos que tanta alarma causan. ¿Son realmente tóxicos o no? Yo digo que como en cualquier sustancia, (en  esto soy algo experto, ya que llevo más de veinte años vendiendo sustancias tóxica),  “la dosis es lo que mata” o sea la cantidad que uno ingiere. Les explicaré ejemplificando: el arsénico, creo que todos han oído hablar de él, es  un poderosísimo veneno, sin embargo en dosis bajas es un estimulante, bueno para el apetito, además que también es fortificante y anabólico. Como resulta barato los laboratorios lo han desechado para poner en su lugar cosas que funcionan iguales pero mucho más caras.
Siguiendo en lo de mi alimentación el éxito no está en lo que como si no que en la cantidad. Así  que hasta ahora mi conclusión es: que en cuanto a comida, preferible llevársela de a poquito. Al parecer eso es lo exitoso en cuanto a nutrirse sanamente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario