sábado, 14 de marzo de 2015

No existe el sistema perfecto.

comida en el futuro.jpg
Foto de Edgar P. Miller.


Concentrado en la información que observaba en su móvil, Juan se mantenía entretenido por horas, actividad a la que le dedicaba todo el días hasta que el hambre lo dominaba, entonces era cuando decidía cambiar su rutina, llevaba muchos años ya con lo mismo; ya estaba preocupado por su situación.

-voy a comer luego regreso.

Juan meditando se levanta del mueble roído donde estaba sentado y caminó rumbo a la puerta. La abre y sale, baja un buen de escalones y llega a un espacio previo a la vía de autos la cual no tiene ninguno circulando, sólo se miran algunas carcasas oxidadas sobre el pavimento como testimonio de otros tiempos. Se enfila por la banqueta, bajo una bruma gruesa que olía a gas quemado, siguió hasta un módulo donde se veían las filas de individuos formados para obtener su preciada cena. Ya son las ocho y solamente se tienen dos horas para obtener la ración del despachador, un aparato similar al cajero bancario actual, la maquina actúa después de mostrar ante un escáner el carnet de identificación personal del interesado. El aparato le despacha su ración de acuerdo a los datos registrados en la memoria del carnet, datos que los compara el equipo con los registrados en su base.


Calcula Juan que no le dará tiempo debido al tumulto de individuos frente a ese despachador, así es que decide acudir al siguiente módulo, uno que está metido en un área insegura pero que por lo mismo siempre está disponible, camina entre personas que se mueven de uno a otro lado como zombis, sobre un pavimento que parece haber sido humedecido por una lluvia de aceite, pasa por una pequeña plaza repleta de antiguos envases de pet y bolsas de polietileno, ahora ya no se expende comida envasada en ellos, en ningún lugar se expenden alimentos de ningún tipo; sólo se menciona que existen tiendas para los Bugs, personajes poderosos que son quienes se cree controlan el mundo, nadie a visto las tiendas ni a los Bugs pero todos hablan de ellos. Sigue caminando, empieza a moverse en soledad, cada paso que da cada cuadra que completa existen menos personas que lo cruzan, de pronto dos sujetos lo detienen y lo golpearon sin darle tiempo de defenderse, le quitan su tarjeta, lo obligan a moverse al modulo y le ponen frente al lector, es indispensable hacer eso antes de introducir la tarjeta personal para que le despachen su ración de comida, así se hace y quienes lo golpearon obtienen la ración, después le tiran en la cara la tarjeta y se retiran corriendo, lo dejaron inconsciente tirado frente al módulo, un detector de vida determina como sospechoso a un cuerpo que no se mueve, cámaras filmaron el evento y una computadora determinó y concluyó lo sucedido, después manda gente al lugar; una señal suena y en pocos instantes un grupo de personajes uniformados levantan a Juan, luego lo transportan a un edificio parecido a un tanque de guerra inmenso, es el cuartel de seguridad, lo introducen y lo interrogan, después lo someten a un juicio frente a una computadora. Es condenado a tres días de trabajos comunitarios por permitir que otro sujeto tome su ración en lugar de él. Es la tercer vez que lo juzgan y que lo castigan, las anteriores fue por no obtener su ración a tiempo.


El juez es frío, un cerebro cibernético de última generación con software de inteligencia artificial alimentado con todas las bases de jurisprudencia de la historia, por eso se considera justo su dictamen; la decisión es inapelable. Ya pasaron muchos años desde que las cosas están como están al parecer es un sistema que lleva funcionando mucho tiempo y nadie objeta o no puede hacerlo, se considera perfecto por quienes lo sufren; no conocen otro nacieron con él.


Todos reciben tres raciones de comida al día, todos tienen un lugar donde vivir y sólo trabaja el que quiere. Existen incluso cuadrillas de obreros que pasan para hacer la limpieza a los departamentos de cada quien, colocando los artículos de los baños y otros necesarios. Con respecto al trabajo, esto quedó determinado hace ya mucho tiempo, quien no quería estudiar o trabajar se le permitía no hacerlo, al que dejaba de estudiar después podría volver si lo quería hacer, pero al que no le permitían trabajar era aquel que había rechazado el trabajo desde un principio. Quedaba condenado de por vida a no trabajar.


Al parecer por lo que se comenta son los Bugs los únicos que tienen más privilegios que el resto. Nadie sabe donde están los Bugs, se dice que tienen sus propias ciudades alejadas de los demás, a pesar que todos pueden viajar a donde quieran nadie nunca llega a esas ciudades ni aparecen en los mapas virtuales, todo individuo tiene un móvil con el que puede consultar toda la información en la red, al menos eso creen ellos. Sin embargo en esa información nadie encuentra a los Bugs.


Nada se cobra todo lo establecido se obtiene sin costo; tanto para los que trabajan como para los que no.


La comida que despachan los módulos es un tipo de crema, parecida a la de cacahuate, con un sabor que gusta a todos, se sabe que tiene todos los nutrientes necesarios y en el balance correcto de acuerdo a la tarjeta de cada quien, la información se actualiza en el momento de despachar la alimentación ya que la maquinaria efectúa un escaneo atómico minucioso para dosificar en la siguiente ocasión lo determinado por un proceso computacional. Incluye medicamentos y complementos para mantener funcionando al individuo. En ese momento también se puede escoger otro sabor entre una lista de miles de opciones.


Juan regresa a su casa, en el camino sube en la red, al portal del grupo social al que pertenece, un selfie mostrando su nuevo rostro madreado por quienes le robaron la comida, pone el siguiente comentario “Ya conseguí trabajo de nuevo, al menos por tres días”. No existe el sistema perfecto.


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