Foto de Edgar P. Miller |
Fijense que el otro día encontraron siete cuerpos ejecutados, pues resulta que yo era uno de esos cadáveres, así pues que cuando los encontraron y los llevaron al Semefo les pregunté estando ahí, qué qué pitos tocaba yo, entonces todos los presentes voltearon al mismo tiempo a mirarme y después se volteaban a ver entre ellos anonadados como tratando de responder una respuesta inexistente; o sea, los muy pendejos no esperaban mi reacción; será porque los otros seis no decían nada, fue entonces que entró una persona vestida con ropa militar, tenía un montón de barritas y estrella, se dirigió a la concurrencia pidiendo que salieran del lugar, nadie se opuso, felices se fueron murmurando por un largo pasillo hasta la salida.
Mientras, el militar se me quedó mirando con una mirada fría sin rasgos, como máscara de anónimos, una cara que no me permitía predecir si tenía sentimientos, ni sonrisa había en ese rostro; era una mueca su cara. Después de unos segundos habló, frío y claro como ordenándome:
—Fue una equivocación, tú no debiste estar ahí, así que debes entender que eres un caso aislado, un daño colateral, una pendejada.
Inmediatamente que respondo:
—Mire, mire, mire, a mi no me va salir con eso de daño colateral, esas mamadas no son para mí; así pues que empiezan corrigiendo sus errores o tendré que acudir a otra instancia.
Así fue que este señor sacó un teléfono satelital y empezó hablar:
—Tenemos un 43... no, no acepta lo del daño colateral al parecer va ser difícil proceder, espero ordenes.
Pasaron apenas treinta segundos cuando suena el satelital con la marcha de Zacatecas:
—Sí dime Pena...
Lo que le indicaban y pasó no lo oí pero después me enteré.
El caso es que le dijo que formarían la “Comisión para tratar los casos aislados con daños colaterales indispuestos”.
Así se hizo, después se formó el “Instituto de reparación de daños colaterales” con aportes del teletón, donde nombraron al Dr. Frankestein como director y a un tal Karam como recolector de piezas de recambio.
Mientras todo esto sucedía, a mi me recogió el de la morgue, la de los Helados Holanda, para mantenerme bien congelado y en condiciones de rehabilitación por el tiempo necesario. Esta empresa tenía esa concesión.
Después siguió lo necesario para que ustedes puedan verme como si nada me hubiera pasado y evitar un escándalo internacional.
“Así pues les comunico a todos que ya no tendrán que preocuparse, porque con la “Reforma de daños colaterales” ya no sucederá ningún problema durante la contingencia de inseguridad que afecte a la población. Las ciudadanas y ciudadanos ya podrán con toda confianza de ir a votar cuando se a necesario”; este fue el discurso del gobernante cuando indicó que se invirtieron los tres mil millones de pesos en el instituto.
A mi declaración le pueden poner la credibilidad que le ponen a cualquiera que salga como oficial.
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