Foto del morro deteriorado por capricho de un gobernante. foto de Edgar P. Miller |
Acapulco es un puerto que se encuentra en México en el estado de Guerrero. Probablemente ya han escuchado de él, si usted es una persona de edad avanzada alguna vez supo que era un destino turístico importante, mucho dinero le han metido para promoverlo, si es usted aún joven entonces debe constantemente escuchar la cantidad de homicidios que suceden ahí.
No existe mejor manera de corregir o mejorar lo descompuesto que conociendo y reconociendo lo destruido y mal que está aquello que se quiere renovar. Poner parche sobre parche no es arreglar, es parchar; o sea, llevar a un futuro el problema magnificado.
Quienes simulan estar a favor de Acapulco son chovinistas, algunos; más los miserables, depredadores los otros; o sea los que tienen y controlan el capital del puerto.
Acapulco además de su momento de atracción para el jet set, es parte importante en la historia de México y fue en la colonia uno de los puertos mercantes más importantes que existió en América, por el pasaban todas las embarcaciones que venían de Asia para América. Aún después de la independencia el puerto estuvo controlado por los españoles y fue hasta después de la revolución que se puede decir que en algún momento fue controlado por mexicanos. Ahora pertenece a los capitales extranjeros de diferentes partes del mundo y de las mafias. Aunque constitucionalmente pertenezca a México. Pero México pareciera que pertenece a quienes obedecen nuestros gobernantes por eso fue que dije lo anterior.
No tiene mucho tiempo que empezó a ser un lugar turístico, que de haberse construido el ferrocarril hasta ahí nunca hubiera logrado ser destino de viciosos y holgazanes, así pues que sólo fue por una incompetencia del gobierno en los transportes por lo que se convirtió en turístico y al mismo tiempo a su población no le quedó otra que seguir siendo esclavos de grandes compañías. Aunque hubo algún momento en que personas locales lograron hacer fortunas a costillas de los turistas pobres, la tajada del león siempre emigró.
Se habló de su belleza paradisíaca en algún tiempo, obviamente por gente que entonces sólo conocía ciudades depredadas y no los santuarios naturales (1) que existían por todo el mundo y que es a donde el verdadero turismo va ahora. Pero su belleza natural fue cosa del pasado ésta fue sustituida por el concreto, el hierro, el plástico y el vidrio; ahora no es otra cosa que una gran ciudad de tercer mundo con toda la problemática que tienen las demás, aunado a la necedad de que lo quieren seguir viendo como turístico. Han existido economistas que les han demostrado lo necio que resulta eso, pero sigue siendo propósito de los gobiernos entrantes y la esperanza de su población ignorante.
El turismo actual es el de personas que buscan el vicio en todas sus variantes sexuales, la bebida, las drogas, la prostitución de todos los colores; el desenfreno en fin. Y quizás algunos pocos que sueñan con su infancia tranquila o la luna de miel de ensueño que quiso tener ahí. De todo eso surgen sus males y la ambición de quienes lo tiene sometido.
Un lugar a donde gente sin escrúpulos en su mayoría llegaba a regar su dinero y otros los más se quedaban a recogerlo con la consecuente necesidad de servicios urbanos desproporcionados al presupuesto para manutención de los ayuntamientos que de por si fueron corruptos por lo que aún con lo suficiente nunca hubiera alcanzado para proveerles. La necesidad de vivienda para los que trabajan en el sector turismo crece día a día, los tiempos compartidos crecen formando una cortina que nubla la única belleza que queda: el mar y su horizonte infinito. Turistas que son alimentados con alimentos subsidiados y alumbrados con energía también bajo subsidio.
Ya en el mandato de Figueroa I, él mismo mencionaba como se había perdido todo el hábitat marino de la bahía, así que el hablar de playas contaminadas no tiene nada de raro, están así gracias a todo lo anterior.
El crecimiento desordenado guiado más por la ambición de unos cuantos que de planear una urbanización propia del turismo ha logrado problemas que se vuelven tragedias cada que existen fuertes temporales.
Si uno mira el océano, pues, con o sin Acapulco el océano tiene su propia belleza de la cual nada le debe a los habitantes de Acapulco ni mucho menos a sus gobernante o a las “bondades” del turismo.
Pero una vista al océano no es precisamente lo que busca quien acude a vacacionar al puerto su intención es más prosaica como ya lo dije: sexo, bebida a chorros barras libres, desveladas, destrampe primaveral, drogas, orgías; principalmente salvo algunos despistados que quiere un pedacito de playa para asolearse con el tropical sol de México y meter a sus hijos en esa agua con salmonela y otros microbios fecales.
Y que conste que no soy alguien que odie Acapulco, no yo no odio, sólo veo con la realidad de quien nada puede hacer para evitar que gente sin razón lleve a la gallina de los huevos de oro al matadero.
Yo todavía tuve el gusto de conocer ese lugar cuando decían que era un paraíso tropical e igual que los que dijeron eso así me parecía hasta que me di cuenta que no lo era. Existen otros que se están destruyendo que sí son verdaderos paraíso y los tenemos aquí cerca y su destrucción es por causas similares a las que destruyeron el puerto.
Culturalmente Acapulco no tiene gran cosa, algunos eventos casuales de altura pero por lo general son mediocres. Probablemente, salvo confirmar, un solo hotel de las vegas tiene mejor programación que todo Acapulco. Se entiende porque la gente que lo controla no le interesa la cultura al menos que deje mucho dinero sin invertir gran cosa. Como toda inversión extranjera que se hace en México. Es increíble que incluso en el espectáculo popular preferido y más remunerable, el futbol, no tiene residencia en el puerto algún equipo de la liga principal. Ni siquiera hablar del arte, en la arquitectura que es donde mayor inversión hay. Las edificaciones en su mayoría son utilitarias sin algo digno de mencionar. Busque algo preponderante en Google y notara que no existe una. Aquel hotel que decían espectacular El Princess luce ahora como una ruina entre una sabana roída por colonias populares.
Para quienes han vivido el puerto es lo mismo Acapulco para ellos como lo sería el Bronx para quienes ahí han vivido.
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