jueves, 6 de octubre de 2016

Sobre comercio.


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Foto de Edgar P. Miller

Existe una expresión que profundiza sobre el conocimiento y es aquella que dice:  que no se necesita ser mujer para ser partero u obstetra. Pero seguro está que una mujer parida sabe mucho más sobre lo que se siente en un parto que aquel que nunca lo ha tenido.
El mundo global ha permitido que las empresas más grandes se hagan más grandes y que las medianas desaparezcan. Un proceso lógico pero no justo.
La justicia es algo de lo que cada día que pasa se carece en el mundo (al parecer la lógica también), se habla de ella como algo obvio pero quienes deben darla se desentienden.
Todo el rollo anterior es con el fin de tener una leve introducción para un comentario sobre el comercio en Chilpancingo.
El comercio afecta más a las personas de Chilpancingo que el cambio climático pero la manera en que sucede es sutil y por lo mismo no alarma. Todos de una u otra manera tenemos contacto con él, desde niños y participamos en él por aprendizaje autodidacta o por sugerencia de otros igual de legos en la materia. Existe la materia como carrera profesional, pero aún así quienes egresan desconocen mucho sobre él.
Curiosamente a manera que crecen las empresas del mundo y estas llegan a los pequeños poblados las posibilidades de tener empleo disminuyen. Aquí muchos lo dudarán pero creanme es cierto y sucede en todo el mundo. Además también crece el consumo per cápita lo que complica la vida a quienes no tienen  empleo.
¿Que hacían antes los que ahora no están empleados?; bueno, algunos estudiaban otros simplemente crecían otros se dedicaban a labores agropecuarias y muchos al comercio otros pocos eran empleados del gobierno.
Regresando al comercio, esta actividad curiosamente es aquella  que por excelencia se escoge en momentos de crisis, una ama de casa al sentir que la tripa ruge se lanza a cocinar y vender sus guisos, ya sea de casa en casa frente a la puerta de su casa o en algún lugar de una plaza. Otras optan por vender artículos entre amistades o yendo a las oficinas donde antes laboraban. Este tipo de comercio es al que los que  gobiernan  le llaman informal.
Otros consiguen entre sus pariente dinero otros más precavidos utilizan sus ahorros y los desesperados acuden a un agiotista. Ya con el capital en la mano son emprendedores y con ese dinero ponen un pequeño negocio en alguna accesoria rentada. Para formalizar un negocio de estos, quien lo instala y sabe de qué se trata inmediatamente se raja e intenta otra cosa. Los más valientes o ingenuos o desesperados siguen todos los trámites que por cierto son muchos y engorrosos; si tiene suerte queda formalizado el mismo, más no libre de multitud de cargos que posteriormente le seguirán cobrando las dependencias oficiales. Puede instalar el negocio sin recurrir a esto y quedar a la merced de los inspectores.
Los comercios ya instalados están también a merced de la delincuencia, de los tiempos y modos de sus proveedores y de las inclemencias del tiempo y las crisis. Pero lo peor resulta con la competencia desleal. Sin faltar el constante acoso del SAT.
Curiosamente los comerciantes más favorecido por quienes gobiernan son, los muy “pequeños” y las corporaciones globales. Ambos tienen tratos similares.
Espacios para poner su negocio, tarifas preferenciales y multitud de concesiones.
Cualquiera ha oído decir que cuando hay mucho dinero el mismo dinero genera más, aunque no es precisamente cierto, sí sucede que quien más tiene también está en ventaja sobre quien menos tiene, sobretodo si se dedican al mismo giro.
Otro decir es aquel que con dinero baila el perro y pues en los grandes comerciantes el cabildeo es una costumbre arraigada, o sea comprar beneficios de quienes gobiernan. También son quienes pueden pagar más publicidad para dirigir las tendencias de compra de los consumidores.
Los comerciantes de en medio tendrán a desaparecer, algunos pasarán al gran grupo de comerciantes callejeros y otros no les quedará más que ser desempleados itinerantes.
La grandes empresas comerciales podría uno pensar que procurarán mejores productos y servicios, pero no es por ahí por donde se mueven, en un inicio quizás sí; para desplazar la competencia, pero a manera de que sean los dueños harán lo que mejor les convenga para sus utilidades.
El comercio como era en Chilpancingo en el siglo pasado dejará de existir, esa opción de empleo bien remunerado desaparecerá definitivamente agravando más los ingresos de los habitantes del lugar y todo gracias a un gobierno con acciones incorrectas y a un público consumidor ignorante de la mecánica comercial.
Igual está sucediendo con la actividad profesional. Pero eso será tema quizás de otro día.





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