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No cabe duda que hablar de trenes aquí en México nos lleva inmediatamente al porfiriato, fue entonces cuando el tren era un boom, desde entonces se sabe todas la tropelías que hicieron los extranjeros aprovechándose del sueño de Porfirio, fue quien les dió todo el dinero y facilidades para que tendieran vías, cosa que no hicieron por completo ni siquiera lo acordado; probablemente ni lo que pagó el gobierno.
Pero ganó Ford con su automóvil y después los vehículos de carga prosperaron y el tren fue olvidándose, cosa que en otras partes del mundo no sucedió y en donde el progreso se alineó a este tipo de transporte. Desde los cincuenta hasta ahora México es de automoviles. Es cosa de tirarle una leve mirada al gasto público y se darán cuenta la cantidad de dinero que se gasta para comprar vehículos, remendar y hacer calles, carreteras y autopistas. Por la causa que mejor les acomode; nunca les importó el medio ambiente que dañaron, incluso mostraban con orgullo su obra de devastación como progreso.
Ya en diferentes escritos aquí en mi blog y en comentarios en la radio XEUAG había mencionado el poder adictivo del automóvil. La población cuando de esta tecnología se trata: no le importa, teniendo auto, ni su vida. Mucho menos el daño al medio ambiente que causa ostentar un vehículo de esos.
Esta población adicta bien puede soportar carencia de agua, pero no que le aumenten el precio de la gasolina, el ejemplo fueron los seis años anteriores, nos esquilmaron todo; sí todo, los que gobernaron; y ellos, los usuarios de autos, estaban molestos por el precio de la gasolina y siguen estando.
Todos los transportes de una u otra manera causan daño al ambiente, usarlos para lo más indispensable ý de manera razonable sería lo mejor, pero casi peco de impertinente al decir eso, como puedo permitirme, atreverme, osar ponerme en contra de la principal fuente de riqueza de los países industrializados: el movimiento de mercancías y personas. Esta actividad rige las utilidades de empresas que fabrican los vehículos para que la actividad prospere, la maquinaria para construir los vehículos, los combustibles para moverlos y las empresas extractoras que aportan la materia prima para que todo eso suceda. Todas estas actividades causan el peor daño al ecosistema en que vivimos.
Así pues, para concluir, sí no se puede quitar toda la actividad humana dentro del área que se supone será en la que el tren en cuestión se ponga. Ya que el turismo y los servicios para la misma actividad requiere transporte de personas y mercancías, entonces sin tren el daño aún será mayor. Ya que el tren transporta más con menos daño que cualquier otro sistema inventado hasta ahora. Podemos exigir que sea para transportar de todo; eso es razonable. O una protesta terminal: que se deje en paz la península y que sólo sea reserva ecológica.
Con respecto a una carta, de esos académicos de aula, donde piden cautela para cuidar un espacio que ellos mismo dicen ya fue dañado en su totalidad por nuestros ancestros mayas. Sí eso es probable, que digan como fue que llegó a ser ese nicho ecológico tan importante ahora, después de esa terrible devastación. ¿Sí es posible que se restablezcan? o ¿su destrucción genera uno nuevo mejor?.
Cuando alguien del nivel de los que escribieron esta carta sale en defensa de los refugios ecológicos se pregunta uno, ¿porqué hasta ahora, que el mundo se desploma, muestran ese interés?, ¿por qué los planes de estudio de las universidades no estuvieron hechos para sacar profesionistas respetuosos del planeta?.
Después de todo somos parte del mismo sistema con necesidades parecidas a las demás especies, la diferencia es que somos conscientes de lo que hacemos por lo que debemos ser cautos al hacerlo, haciendo a un lado nuestra voraz ambición y codicia por tener todo lo que existe. Evaluar ventajas y desventajas de manera honesta puede llevarnos a ser mejores habitantes del planeta, pero sí caemos en la fascinación de los personajes más voraces del planeta, nuestro destino ya fue marcado hace más de dos décadas y cada día estamos más cerca del cataclismo; gracias a ellos.
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