martes, 5 de octubre de 2021

La educación en la cotidianidad.

 


Uno de las razones por la que me siento a gusto en mi actividad económica, es por el hecho de estar interactuando con individuos de diferentes clases sociales, géneros, edades, preparación y nacionalidades.

O sea que mi vida es una convivencia cosmopolita.

Debido a eso, he notado que en cuanto al conocimiento todos somos ignorantes en algo, pero eso podría sonar como aquel descubrimiento del hilo negro.

Lo dije por que mi experiencia con toda esa población, gracias a mi pasión por la observación y documentación; he notado, quitando algunas excepciones, que cuando alguien ignora algo y le es necesario saberlo para solucionar el problema que le aqueja, no tiene la paciencia para escuchar la enseñanza que se le otorga gratis. Prefieren quedarse en la ignominia de la ignorancia que aprender lo que sucede en su entorno para salir del mal, escuchando esa enseñanza de su interlocutor. Desconozco si se ha estudiado el fenómeno y si está documentado.

Es tan real que he conocido persona que por más de veinte años, cada que van a comprar hacen las mismas preguntas de lo que ignoran y que nunca han querido aprender a resolver. La solución inmediata, fácil de preferencia aunque no acabe con el problema de raíz, es suficiente.

Así pues, que en muchos casos la solución inmediata no es otra cosa que una manera de hacer perpetuo el problema. Esto favorece a quien hace riquezas mientras ese problema exista.



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