Me levanté, como
acostumbro los domingo, a las 5:30 de la mañana. Mi rutina este
día es estirarme al levantar, vestirme con la ropa que utilizó
para las caminatas y preparar las cosas que llevaré conmigo a esta
actividad que ya llevó casi diez años haciendo.
Está mañana le
llevo Jamaica que me obsequió mi hermana Lupita y chiles de mi
huerto a los amigos de la fonda: Los sabores del pueblo. Fue así que por ahí
empecé, metí lo dicho en una bolsa de mandado y la puse cerca de la
mochila para evitar olvidarla, se me olvidó traer del negocio el
veneno de rata que pensaba llevarles también; así que procuré no
olvidar las llaves para pasar por él.
Ya había metido en
la mochila un sombrero que le ofrecí a Susy, la chica que nos
atiende excelentemente en la fonda. Seguro de que todo estaba en
orden, revise la hora y me dí cuenta que ya eran las 6:15. Fui a
tomar agua y entonces noté que faltaban los mangos que acostumbro llevar
cuando los palos tienen. Lo agregué al equipaje. El
ajetreo de hacer todo eso, me abrieron las ganas de obrar, cosa
adecuada a esta hora así evito sufrirlo en el monte.
Ya son las 6:30 uso
el móvil y entro al whatsapp para mandar un mensaje al grupo de
Caminantes del Maguey. Aprovecho, miro las demás redes y el
pronostico del tiempo: semi nublado en las primera horas, luego sol y
como a las dos, lluvias 90%; de posibilidad. Dice Marco entiéndelo
al revés. A veces así sucede.
Checo la hora y se
aproxima a las siete, inicio la salida antes de lo acostumbrado para
pasar por el veneno. Salgo de la casa, poniéndome el sombrero, la
mochila y cogiendo la bolsa del mandado; antes, ya a mi paso, camino
hasta el negocio, recojo lo olvidado y continuó hasta llegar a la
plaza, ya en ella espero un rato; no mucho, llega Marco con su hijo y
ya en el whats esta el aviso que Chavira viene en camino.
Llega Chavira con
Ivan y partimos rumbo a Amojileca en Auto. Ya en la fonda: charlas,
discusiones, consejos, chistes, café y pan; atención privilegiada
que nos da Doña Carmen. En esta ocasión se le pegó la almohada a
Victor.
Salimos, abordamos
el auto con rumbo a Xocomanatlán donde iniciaremos la caminata en el
bosque que se encuentra en las faldas de la Simaroa. Dado el
pronóstico de lluvia, decidimos hacer una caminata corta pero
interesante. Escogimos la hermosa cañada de uno de los pequeños
arroyos que existen en el lugar. La cañada semeja un parqué
jurásico, entre inmensos árboles, musgo, helechos, árboles
cubiertos de epifitas, Flores de diferentes colores, la luz que
apenas emerge entre la vegetación nos da una magnifica bienvenida.
Así seguimos hasta
un lugar del que decimos es una ciénega, donde por todos lados
brota agua, el sueño del gobernador tik tok de Nuevo León.
Ya antes de llegar
aquí, en un espació amplio de la cañada, sentados en un viejo árbol
derribado cubierto de musgo y otras plantas, hicimos una de las
tradicionales paradas mezcaleras, nos acomodamos a degustar en
excelente mezcal que trajo Chavira del municipio de Mártires de
Cuilapa, de un poblado cercano de Hueyetlán, acompañado de un queso
Azul y tostadas de marca chatarra.
Existe un espació
amplió y seco donde bajo la sombra de unos árboles de tejocotes
pusimos el bodegón: El mezcal mencionado más otro que quedó del
domingo pasado: Caminos de Tierra, agua, las mencionadas tostadas, el
queso azul y otro de cabra con perejil, mangos de mi huerto y
chincharos, una ensalada de jícama con otras hortalizas.
Frente a mi la
montaña que hemos visitado varias ocasiones donde se encuentra el
pozo hondo, más a la derecha al frente la montaña Deseada que ya
encumbramos. Forrados los cerros de encinos reverdecidos; chinos como
lana de borrego. A media distancia un exquisito bosque de coníferas
y encinos, otros árboles para mi de especies desconocidas
caducifolias. Una pequeña planicie rodeada de árboles de tejocotes,
sábilas en floración; o quizás otro tipo de agave, de alguna
familia que desconozco. Las aves nos cantan o cantan para conquistar
a una hembra. Una pequeña ave en
la punta de uno de los tejocotes, dirige la orquesta.
Las mariposas
bailan al ritmo que les imponen las corrientes de aire, el plan
forrado de gramínias y otras hiervas como el anís; de aroma delicioso
al igual que su sabor.
Todo lo mencionado
esta cubierto por un cielo de belleza abstracta, lograda por las tonalidades de
azules y el hermoso semi nublado de las nubes de algodón blancas y
grises. La luz solar, brillante polarizada por el nublado, nos baña
la piel con su tibia caricia.
Un escarabajo sin
prisa, ignorando la reunión de humanos por donde pasa, cruza con
dificultad la hierba, tal vez una hembra buscando donde enterrar sus
huevos. Mientras nosotros, disfrutando su presencia y todo el
paisaje, degustamos el exquisito mezcal y las viandas.
Después Marco hijo y
Chavira, aprovechando la placidez del lugar se tiran sobre la
alfombra de hierba del llano, para hacer una siesta. Los
escurrimientos de agua que se pueden distinguir por los cambios en la
tonalidad de la vegetación que prospera sobre su fluir. Un poco más
alejado el escurrir del arroyo arrulla a estos caminantes en manos de
Morfeo.
Mientras los
despiertos nos extasiamos con las flores de colores varios, el cielo
se empieza a despejar el sol ahora en su actividad violenta debido a
explosiones nuevas en su corona, se empieza a sentir ardiente. Volteó
y miro mi copa, donde unas ramas de anís sumergidas en el
cristalino mezcal pide que le de un sorbo...
El tiempo pasa sin
que le importen los sucesos, el queso Azul, un poco rancio dirían
en Chilpancingo, como cuando Marcos hijos dijo, creo que este queso
está dañado, es un exquisito complemento para el trago que di.
Una pequeña mosca
campirana, que nada tiene que ver con la domesticas de las ciudades,
busca ansiosa la humedad de mi mano, le permito la osadía y
mirándola siento sus caricias; dando el mensaje que mi cuerpo vive.
Miro con tristeza que a pesar de la belleza del paisaje, cada día
son menos los árboles centenarios, la tala sin control y otros
vicios más la avaricia de algunos destruye inmisericorde al planeta. Más
entristezco al notar que tal vez viva para ver como este espacio
hermoso desaparecerá, como he visto en otros lugares que ha pasado.
Me levanto y camino
solo, una lagrima escurre mi mejilla, sigo en dirección del arroyo en
busca de una vereda encantada que me devuelva el ánimo; el bosque es mágico, así que sucede, en
un minúsculo lugar del planeta encuentro una hilera de cedros
ancestrales como compensación a mi tristeza.
Después regreso con
el grupo y caminamos de regreso por otro camino muchas veces
recorrido hasta llegar al auto que nos devolverá a donde la población
enajenada se siente agusto pensando en el “progreso”.