lunes, 25 de julio de 2022

Un día de descanso.

 



Me levanté, como acostumbro los domingo, a las 5:30 de la mañana. Mi rutina este día es estirarme al levantar, vestirme con la ropa que utilizó para las caminatas y preparar las cosas que llevaré conmigo a esta actividad que ya llevó casi diez años haciendo.

Está mañana le llevo Jamaica que me obsequió mi hermana Lupita y chiles de mi huerto a los amigos de la fonda: Los sabores del pueblo. Fue así que por ahí empecé, metí lo dicho en una bolsa de mandado y la puse cerca de la mochila para evitar olvidarla, se me olvidó traer del negocio el veneno de rata que pensaba llevarles también; así que procuré no olvidar las llaves para pasar por él.

Ya había metido en la mochila un sombrero que le ofrecí a Susy, la chica que nos atiende excelentemente en la fonda. Seguro de que todo estaba en orden, revise la hora y me dí cuenta que ya eran las 6:15. Fui a tomar agua y entonces noté que faltaban los mangos que acostumbro llevar cuando los palos tienen. Lo agregué al equipaje. El ajetreo de hacer todo eso, me abrieron las ganas de obrar, cosa adecuada a esta hora así evito sufrirlo en el monte.

Ya son las 6:30 uso el móvil y entro al whatsapp para mandar un mensaje al grupo de Caminantes del Maguey. Aprovecho, miro las demás redes y el pronostico del tiempo: semi nublado en las primera horas, luego sol y como a las dos, lluvias 90%; de posibilidad. Dice Marco entiéndelo al revés. A veces así sucede.

Checo la hora y se aproxima a las siete, inicio la salida antes de lo acostumbrado para pasar por el veneno. Salgo de la casa, poniéndome el sombrero, la mochila y cogiendo la bolsa del mandado; antes, ya a mi paso, camino hasta el negocio, recojo lo olvidado y continuó hasta llegar a la plaza, ya en ella espero un rato; no mucho, llega Marco con su hijo y ya en el whats esta el aviso que Chavira viene en camino.

Llega Chavira con Ivan y partimos rumbo a Amojileca en Auto. Ya en la fonda: charlas, discusiones, consejos, chistes, café y pan; atención privilegiada que nos da Doña Carmen. En esta ocasión se le pegó la almohada a Victor.

Salimos, abordamos el auto con rumbo a Xocomanatlán donde iniciaremos la caminata en el bosque que se encuentra en las faldas de la Simaroa. Dado el pronóstico de lluvia, decidimos hacer una caminata corta pero interesante. Escogimos la hermosa cañada de uno de los pequeños arroyos que existen en el lugar. La cañada semeja un parqué jurásico, entre inmensos árboles, musgo, helechos, árboles cubiertos de epifitas, Flores de diferentes colores, la luz que apenas emerge entre la vegetación nos da una magnifica bienvenida.

Así seguimos hasta un lugar del que decimos es una ciénega, donde por todos lados brota agua, el sueño del gobernador tik tok de Nuevo León. 

 

 

Ya antes de llegar aquí, en un espació amplio de la cañada, sentados en un viejo árbol derribado cubierto de musgo y otras plantas, hicimos una de las tradicionales paradas mezcaleras, nos acomodamos a degustar en excelente mezcal que trajo Chavira del municipio de Mártires de Cuilapa, de un poblado cercano de Hueyetlán, acompañado de un queso Azul y tostadas de marca chatarra. 

Existe un espació amplió y seco donde bajo la sombra de unos árboles de tejocotes pusimos el bodegón: El mezcal mencionado más otro que quedó del domingo pasado: Caminos de Tierra, agua, las mencionadas tostadas, el queso azul y otro de cabra con perejil, mangos de mi huerto y chincharos, una ensalada de jícama con otras hortalizas.

Frente a mi la montaña que hemos visitado varias ocasiones donde se encuentra el pozo hondo, más a la derecha al frente la montaña Deseada que ya encumbramos. Forrados los cerros de encinos reverdecidos; chinos como lana de borrego. A media distancia un exquisito bosque de coníferas y encinos, otros árboles para mi de especies desconocidas caducifolias. Una pequeña planicie rodeada de árboles de tejocotes, sábilas en floración; o quizás otro tipo de agave, de alguna familia que desconozco. Las aves nos cantan o cantan para conquistar a una hembra. Una pequeña ave en la punta de uno de los tejocotes, dirige la orquesta.

 

  Las mariposas bailan al ritmo que les imponen las corrientes de aire, el plan forrado de gramínias y otras hiervas como el anís; de aroma delicioso al igual que su sabor. 


Todo lo mencionado esta cubierto por un cielo de belleza abstracta, lograda por las tonalidades de azules y el hermoso semi nublado de las nubes de algodón blancas y grises. La luz solar, brillante polarizada por el nublado, nos baña la piel con su tibia caricia.


 

Un escarabajo sin prisa, ignorando la reunión de humanos por donde pasa, cruza con dificultad la hierba, tal vez una hembra buscando donde enterrar sus huevos. Mientras nosotros, disfrutando su presencia y todo el paisaje, degustamos el exquisito mezcal y las viandas.

Después Marco hijo y Chavira, aprovechando la placidez del lugar se tiran sobre la alfombra de hierba del llano, para hacer una siesta. Los escurrimientos de agua que se pueden distinguir por los cambios en la tonalidad de la vegetación que prospera sobre su fluir. Un poco más alejado el escurrir del arroyo arrulla a estos caminantes en manos de Morfeo.

 

Mientras los despiertos nos extasiamos con las flores de colores varios, el cielo se empieza a despejar el sol ahora en su actividad violenta debido a explosiones nuevas en su corona, se empieza a sentir ardiente. Volteó y miro mi copa, donde unas ramas de anís sumergidas en el cristalino mezcal pide que le de un sorbo...

 

El tiempo pasa sin que le importen los sucesos, el queso Azul, un poco rancio dirían en Chilpancingo, como cuando Marcos hijos dijo, creo que este queso está dañado, es un exquisito complemento para el trago que di.

Una pequeña mosca campirana, que nada tiene que ver con la domesticas de las ciudades, busca ansiosa la humedad de mi mano, le permito la osadía y mirándola siento sus caricias; dando el mensaje que mi cuerpo vive. Miro con tristeza que a pesar de la belleza del paisaje, cada día son menos los árboles centenarios, la tala sin control y otros vicios más la avaricia de algunos destruye inmisericorde al planeta. Más entristezco al notar que tal vez viva para ver como este espacio hermoso desaparecerá, como he visto en otros lugares que ha pasado. 

Me levanto y camino solo, una lagrima escurre mi mejilla, sigo en dirección del arroyo en busca de una vereda encantada que me devuelva el ánimo; el bosque es mágico, así que sucede, en un minúsculo lugar del planeta encuentro una hilera de cedros ancestrales como compensación a mi tristeza.

 

Después regreso con el grupo y caminamos de regreso por otro camino muchas veces recorrido hasta llegar al auto que nos devolverá a donde la población enajenada se siente agusto pensando en el “progreso”.


 

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