Vamos a suponer que un inversionista extranjero pone una planta para fabricar calaveritas de azúcar aquí en México, de esas calaveritas que todos conocemos y que son tan populares durante el festejo del día del muerto. Este inversionista consigue un crédito de Nacional Financiera y pone su planta automatizada de fabricación de calaveritas, comercio, la secretaría, le ayuda a vender, a través de los bancos ya no mexicanos pero en México, en todas las posibles plazas del mundo. Se obtiene mucho éxito y por lo mismo su producción no basta, entonces, deciden aumentarla, pero para esto requiere más azúcar; acaparando, primero, la producción nacional, respaldado por el gobierno ya que esta empresa da empleos y progreso económico a México, los mexicanos dejamos de utilizar azúcar y debemos usar sustitutos o no usar nada. Sigue en aumento las ventas del inversionista de las calaveras y por lo mismo requiere de más azúcar, el gobierno a través de recursos agrícola, la secretaría, crea un programa de incentivos para que los agricultores se queden en sus tierras sembrando caña de azúcar y remolacha, los demás campesinos dejan de sembrar otros cultivos para sembrar caña de azúcar y remolacha que en estos momentos es la mejor opción de ingresos, todos quieren entrar en el bum económico y talan bosques y selvas para sembrar caña de azúcar, el empresario de las calaveritas sigue mejorando y como la producción de azúcar local no es suficiente decide importarla de otras parte haciendo que al igual que en México otros países se dediquen al cultivo de la caña de azúcar. Bien ahora a nivel internacional el azúcar es la principal materia industrial y todas las economías del mundo luchan por el control del mercado, un país de África decide que comprar calaveritas no es conveniente porque no sirven para bendita la cosa y sierra su frontera a dicho producto, los grandes distribuidores internacionales se molestan y hacen una campaña internacional para desprestigiar dicho país, apoyadas por los grandes medios masivos, declaran cuna del terrorismo al país africano, Cuba lo defiende, a nadie le interesa; porque sale sólo una vez en los medios el portavoz de Cuba. Temeroso, el gobierno de México, por los posibles ataques de esos terrorista invade el país africano apoyado por Guatemala y Belice; logrando imponer un gobierno de paz y libertades además democrático y amante de las calaveritas de azúcar.
Después de unos años de exitoso comercio global, las calaveritas dejan de interesar a la población mundial, a pesar de campañas publicitarias internacionales con los mejores artistas del momento promoviendo lo bueno y “nice” que es tener una calaverita de cada tamaño y de regalarlas el día de los muertos y también cuando alguien se muera para endulzarles la vida, más bien dicho la muerte, a los deudos.
No teniendo a quien vender calaveritas, el empresario extranjero: desmantela sus empresas, saca su dinero de México y lo mete a la bolsa de valores de China, se desploma la agricultura en México y la industria azucarera, los campesinos huyen de la miseria en embarcaciones construidas con bagazo de caña, rumbo a China para conseguir trabajo, de lo que sea, incluso envasando fetos para comida exótica, el gobierno de México entra en su diezmilésima crisis económica y el presidente en turno propone crear un fondo del desastre azucarero apoyado con los excedentes del petróleo y destinando todo los fondos del Banco de México a comprar las calaveritas que pueda como último intento de salvar la economía nacional, declara enemigos de la nación a todos los agricultores que huyen del país y exige que vuelva a sembrarse azúcar, se emiten bonos del azúcar para apoyar todo proyecto que mejore la situación de las calaveritas.
El 16 de septiembre todos unidos gritamos:
Viva México.
Mientras, el vicario de la Villa descubre el monumento a las calaveritas.
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