La historia de la tecnología es caprichosa, hace muchos años, antes de que apareciera el telégrafo o cuando todavía no llegaba a ser lo que fue, las personas también tenían necesidad de comunicarse a larga distancia. Curiosamente el medio que utilizaban nuestros ancestros es parecido al actual celular, por lo menos en que los dos son inalámbricos. El medio al que me refiero son las palomas, pero no crean que el explosivo aquel que se utiliza para llamar a fiestas o aquella combinación de tequila con refresco de toronja ni la cantante ni la actriz; me refiero a la paloma mensajera esa ave que vuela y hace cucurrú como la canción ranchera aquella tan famosa que solía cantar Lola Beltrán.
Un día que divagaba al respecto se me ocurrió pensar en que qué hubiera pasado si la ciencia hubiera caminado en el sentido de este uso de comunicarse con palomas. Habría sido quizás como sucedió con otros animales, la ciencia de mejoramiento de especies hubiera logrado hacer una paloma tan pequeña y poderosa que pudiera portar el mensaje; además podrían volar con él distancias enormes. Me imagino en la actualidad a la paloma mensajera siendo utilizada por casi toda la población para comunicarse. Traerían una jaulita portátil asida al cinturón del pantalón; en el caso de los hombres o al bolso en relación a las mujeres, en la jaulita traerían unas cuantas mensajeras para sus necesidades de comunicación. Las habría de colores diferentes con estuchito brillante u opaco con copete y sin copete, con cántico de canario o cenzontle o incluso de cuervo. Todo mundo comunicándose a través de este magnifico animal modificado; la paloma, pichón o cucuchita. No tendríamos que ser interrumpidos por el fastidioso ring o el zumbido o aquella la musiquita fresa o la banda; o por cualquier jingle anunciando una llamada. Todos estaríamos comunicándonos en silencio, escuchando el suave aleteo de los pichones. Eso sí nos llovería mierda todo el día.
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