De manera fantasiosa,
me puse a pensar que quizás los primeros humanos en la tierra supieron como funcionaba
el cerebro y de momento a momento le sacaban el mejor provecho, esto sucedió hasta
que la manera de usarlo fue tan autónoma que dejó de interesar al humano su
funcionamiento, enfocando su interés más en los logros de ese artefacto.
Ahora, o sea en
estos tiempos, algunos se han puesto hacer ingeniería inversa[1] del cerebro para entenderlo y posteriormente imitarlo en la fabricación de
nuevas herramientas.
En los alrededores
de los años cincuenta iniciaron a diseñarse los procesadores electrónicos, pero
fue hasta los ochenta cuando estos empezaron a llegar a la población en general
como mercancía, ahora al parecer ya son muchos, si es que no se puede decir que
todos, quienes cargan en su mano una computadora, en este momento ya le nombran
diferente, y esto de cambiarles el nombre a sido caprichoso y continuo. A las
primeras les decían calculadoras, computadoras u ordenadores, después microcomputadoras
y PC ahora son laptops, palms, tablets, moviles, etc. Pero todas incluso la
mayoría de los aparatos electrónicos contienen en su interior un procesador
electrónico, el procesador es la parte cerebral de las computadoras.
Recuerdo mis
primeros pasos en relación al conocimiento de este gran personaje, que vive en
casa de todos. Cuando lo estudié era casi obligatorio saber su funcionamiento;
sobretodo, si querías sacar provecho de él en cuanto a la programación de las
computadora, este conocimiento se fue perdiendo para los nuevos programadores;
y por lo que sé, nunca llegó a los usuarios. Ahora son un puñado de personas
las que se interesan por conocerlo bien para hacer aplicaciones en la red, la
cual es un enorme computador con miles de cerebros (procesadores)
interactuando.
Dentro de no mucho
tiempo; porque, poco a poco se va llegando al limite en el tamaño del procesador,
saber como funciona uno de ellos será cosa del pasado, las plantas de producción
de los mismos serán automatizadas y los engendrarán sin la necesidad de que
alguien sepa como funcionan; quienes los compren, solamente sabrán como
utilizarlos en los equipos nuevos que construyan, con solo saber sus
especificaciones.
Quizás, después de
miles de años algún humano empiece hacer tecnología inversa o investigación
histórica para comprender el fascinante mundo de su funcionamiento; o probablemente
sea un procesador sabio quien se interese por saber como funciona su cerebro. Por
lo pronto sigámonos haciendo brutos frente al tablet[2],
al parecer el sustituto de la televisión.
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