jueves, 6 de febrero de 2014

Almolonga.

Valle de Almolonga

El 19 de enero de este año 2014 salimos a caminar a un lugar que está al oriente de Chilpancingo, queda después del poblado de Tixtla y cuyo nombre es Almolonga. Este día el recorrido desde Chilpancingo hasta Almolonga fue en vehículo de motor, llegando al pueblo partimos del centro caminando hasta un pequeño bosque de encinos que está sobre una de las montañas que rodean a la población.


Centro del Pueblo.

Para aquellos que ignoran el dato les diré que el estado de Guerrero está cruzado por la Sierra Madre del Sur, una gran cordillera de montañas que muestran al estado visto desde el cielo como un papel arrugado, así es que no importa a qué lugar se salga a caminar siempre nos terminamos encontrando con la majestuosidad de las montañas; ese ambiente imponente que tienen las inmensas y tranquilas moles de minerales cubiertas del mechón verde de vegetación que las ilumina con vida, la flora cambia según la latitud y clima del lugar.


Calle principal.
Almolonga está a la orilla de un pequeño valle enclavado en la sierra. El pueblo quizás en un tiempo debió haber sido un lugar típico mexicano con casas de bajareque y techumbre de palma; o de adobe con techo de tejas, pero ahora es como una colonia lumpen en cualquier ciudad grande del mundo, una mescolanza y batidillo de construcciones de concreto y ladrillo, con algunas excepciones, que muestran lo que fue su pasado, escasas, de pequeñas viviendas de adobe, aunque ya no techadas con aquellas románticas tejas de barro rojo que le daban a los pueblos su mágica visión que aparecen en las narraciones de Traven, Yañez y Altamirano.


Sendero.
Pero bien, nosotros fuimos a lo que fuimos y la destrucción de la imagen es sólo anécdota del viaje. Así que nos enfilamos al cerro cruzando el pueblo caminando por una calle pavimentada hasta donde el pavimento desaparece e inicia la magia del campo.


Subimos a penas un poco por un camino de tierra y ya de ahí se veía majestuosamente la Sierra Madre; encajada en ella el pequeño valle labrado de Almolonga. Seguimos nuestro paso por una brecha hermosa rodeada de tecorrales ancestrales contrastando lo rústico del lugar con el moderno PVC de las mangueras con que llevan agua al pueblo.


Bosque.
Caminamos ascendiendo, mirando entre los encinos la belleza del paisaje boscoso hasta llegar a una parte elevada donde buscamos un lugar adecuado; o sea: bello, para hacer nuestro paradero tradicional. Ahora Bolivar se encargó de preparar el bodegón mientra Libra e Ismael servían los mezcales de jumiles, aquí cabe un paréntesis (que preferible caminar con Libra que con Cancer) estuvimos ahí un buen rato platicando, compartiendo los mezcales que llevaron, después nos comimos los jumiles del mezcal que llevó libra enseñándole a Jorge como degustarlos evitando las molestias de una explosión de yodo. Aprovechando la ausencia de nuestros cantantes caminantes Horacio, Tulio y Pancho yo me puse a mal leer unos poemas los cuales agradaron gracias, pienso, a lo exótico del paisaje y los mezcales.


Bodegón.
Ya de regreso pasamos con un fabriquero a comprar mezcal, nos pareció de calidad y todos le compramos al menos un litro.


A continuación nos movimos para almorzar en la pozolería donde previamente habíamos reservado; reservación que no respetaron pero con suerte y algo de influencias logramos conseguir mesa; y pozole desde luego. Buen almuerzo y mejor ambiente un grupo local con música regional estuvo amenizando.


Fabriquero.

Después partimos a Chilpancingo donde nos tomamos las camineras y posteriormente a casa cada quien.




Los Chintetes de Almolonga







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