sábado, 10 de mayo de 2014

¿Y qué con el día de la Madre?



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Fueron doscientos ochenta los días
que me cargaste para  nacer.
Con muchas molestias lo hacías
las cuales se merecen reconocer.
Al menos noventa días
me amamantaste
y muchos años me criaste.
Soportaste mi adolescencia
sufriendo mi indolencia.
Siempre mirándome  grande
hasta cuando era el más bajo;
y me presumías como sabio
aunque yo un burro fuera.
Ahora quiero reconocer
que esto del diez de mayo
no es justo ni mucho menos correcto.
Es solamente un instante de rayo
que no sustituirá mi aprecio.
Fue creado, el día, por ambiciosos
que se aprovechan del hecho,
de que todos tenemos madre
de que todos o casi todos
le rendimos  respeto.
Reconociendo su papel de apego
y de su amor fraterno
buscamos corresponder
a quien nos dio su pecho.
De ahí los mercaderes sacan provecho
vendiendo sus nulidades,
disimuladas de un acartonado afecto.
Mi agradecimiento es puro
y no existe materia en el mundo
que se compare con tu amor profundo.
¿Para que te lo decoro?.
Si tu aprecio lo recibí sin material costoso
sólo con tu cuidado celoso
y tus consejos propios.
Para que gastando lo ostento
si aquí en mi corazón lo tengo
y tu sabes como te quiero
porque así lo saben las madres...
Aunque callado se tenga por dentro.


Mayo del 2014.
Edgar P. Miller


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