foto Edgar P. Miller |
Hace unos días salió en El País, una entrevista al obispo Salvador Rangel donde hace declaraciones interesantes.
Cuando una persona que es parte de una organización, donde una de sus máximas para apoyar a quienes gobiernan es: “que le den al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”, hace declaraciones poniendo en duda al Cesar; es de preocupación. Bueno al menos es de pensarse, de detenerse un momento a considerar a que se debe tal decir.
Existe un refrán popular que dice: “Duele más el cuero, que la camisa”. Que encaja bien en esta situación. Al parecer para el obispo no es lo mismo don pueblo; que mis colegas de seminario. Lo digo porque resulta que están matando sacerdotes y al igual que los periodista cuando de uno de los de ellos se trata entonces sí se emperran contra el sistema de cosas. Pero al parecer no solamente para este señor resultan las cosas así, también sucede con la mayoría de nosotros los habitantes de esta región, quienes ya desde hace mucho tiempo sufren la indolencia de quienes gobiernan. Así pues que mientra el agua no llega al molino de cada uno de nosotros no nos movemos, por eso quienes ejecutan de mil maneras a la población para su beneficio viven en la impunidad. Ya que como dice el otro dicho: “ni pío dicen” los afectados. Y como dice el otro refrán “una vez dado el palo ni Dios lo quita”..
Podría parecer, como dice el aludido, que los que gobiernan son los narcos, puedo aceptar que lo hacen dentro de la organización a la que pertenecen pero fuera de ella existe una guerra propiciada y al parecer promovida por aquellos a quienes corresponde mantener la paz en el país. Los grupos que aterran a la población son delincuentes, delincuentes por hechos y por ley desde luego; aunque ellos se consideren otra cosa.
Así pues aunque la declaración del Obispo suene revolucionaria, desde mi perspectiva y fundamentación cultural no es otra cosa que regresar a darnos cuenta que la iglesia le hace el caldo grueso a quienes tienen el poder, que sabemos es lo que siempre le ha beneficiado. Aunque me extrañó que el secretario no le pidiera al obispo atenerse al Sagrado Corazón para resolver sus problemas en lugar de andar negociando con los cárteles.
Podría teorizar, esto, claro, sí las elecciones fueran limpias: que como el candidato de la ultraderecha va segundo, los de la iglesia quieren ayudar a sepultar de una vez por todas lo que queda de aquellos apropiados de la revolución.
Pero eso suena remoto. El cinismo ha llegado al límite del derrame, los representantes del gobierno ya no tienen ni trazas de vergüenza, así que para la elección se puede esperar lo peor. Por otra parte quién podría contener este arrebato de abuso; o sea la población, esta se encuentra en un estado de chock, que salvo aquellos escritores críticos, las mayorías se entretienen con burlas y chistes que no llegan a impactar en el comportamiento de la autoridad, no se interesan por argumentar, dilucidar, organizar o incluso actuar en consecuencia de sus demandas y miedos. Que conste que ahora los medios están abiertos a todos. Ignorar la realidad les ajusta más, por el miedo acumulado, que sumirse en el esclarecimiento de la verdad. Así que un argumento lógico pero falso tiene más poder sobre ellos; que uno crítico sólido.
Entre el colectivo suena lógico que si alguien es asesinado fue porque andaba en asuntos turbios; lógico aunque no siempre verdadero. Igual aceptan que si alguien sufre un atraco, robo o asalto es porque no tuvo las medidas precautorias necesarias. Lógico pero falso ya que robar no es un fenómeno natural, una tempestad o terremoto sino que es un delito que debería ser castigado y evitado por quienes gobiernan. Así pues con este tipo de argumentaciones lógicas cada quien escoje su burbuja de confort permitiendo que los gobernantes sean cínicos y desobligados. Eso sí unos muy persignados.
No pueden resolver un robo a domicilio, pero eso sí anuncian con bombo y platillo la cercana aclaración de los curas asesinados.
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