viernes, 11 de mayo de 2018

Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo.

Arreglo sobre foto de Astillero.


Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo.
Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto,
en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto.
Eso, ciertamente, no resulta tan sencillo.



El otro día vi una entrevista que hizo Julio Astillero a Aristóteles Núñez, el entrevistado fue por un rato jefe del SAT.(1)  Antes de decir cualquier otra cosa quisiera felicitar a este paisano (es de Tanganhuato, Guerrero) por haber logrado sus aspiraciones, son pocas las personas que tienen el éxito de la manera en que el lo interpreta. Pero él siente que al salir de su terruño siendo pobre; y vivir entre los grandes capitales ahora, ha logrado su meta y se siente orgulloso, de ahí que yo lo felicite. Es a lo cual deberían aspirar todos con preparación y trabajo, así lo dijo, más o menos, vean la entrevista si quieren saberlo exactamente como fue.
Se mira preparado, propio, hábil para describir lo que quiere decir y conocedor de su profesión. Astillero lo presenta como una persona honesta y bastante claro está, que si no se le demuestran algo ilegal, al menos es inocente en cuanto a delitos.
Pero hagamos una pequeña pausa para reflexionar y miremos las cosas de diferente manera, de como es aquel que puede aceptar un trabajo, mal pagado según dijo, para aplicar leyes que todos aquellos que han estado sujetas a ellas saben que son injustas, leoninas y sabido que son más para fastidiar que para mejorar una nación; y lo digo yo que he estado sujetas a ellas por más tiempo que el que estuvo él trabajado imponiéndolas; incluso en otra entrevistas en la televisión dijo quería llevarlas a sus últimas consecuencia. En un diario muestran que no fue “una perita en dulce” para muchos.
Con las riquezas que tiene el país realmente cobrar impuestos es una ofensa a los dueños de ellas, pero lo hacen. Las riquezas se las roban unos cuantos y a gente como él; felices por su progreso, los compran con un mal salario de 75000 libres por quincena, que acepta, porque él quiere seguir preparándose y trabajando para progresar, mientra, aplicando las leyes del SAT con las que impiden progresar a quienes sí trabajan para que toda la población tenga bienes y servicios.
Cuando se describió se me figuró al Benito Juárez del que nos hablaban en la primaria. Saliendo con su calzón de indio para llegar después de una aventura tormentosa hasta la presidencia, Aristóteles prefirió la iniciativa privada donde se paga mejor; dice él.
Echó pestes de los gobiernos posrevolucionarios, y se lo merecen por no haber cumplido los lineamientos de la constitución, pero me sonó curioso que criticara  la reforma agraria, en su mente empresarial no cabe el propósito de alimentación sustentable que ofrece esa reforma, la cual siempre se intentó usar de manera empresarial, fracasando desde luego, porque no fue creada para eso.
También se queja, de la función paternalista del los gobierno con la población, un tufo es la asistencia social que los neoliberales desechan y rehuyen pero que usan como bandera en elecciones. Pero en contra de ello ya se siente débil y se preocupa de no poder alcanzar pensión. Así es “hágase la voluntad en los bueyes de mi compadre”. Así pues que se va a ir; o se fue, a perrear a las corporaciones, supongo que su preparación no da para volverse de ejercicio libre y afrontar al SAT a piel viva.
Pero qué a una persona le parezca poco para vivir, un salario como el mencionado, debe ser porque lleva una vida de consumo desmedido, de ese que ya se estudió en ecología, además se sabe ahora que es la forma de vida que está destruyendo al mundo.
Por lo que dijo, es obvio que aunque tiene una preparación suficiente para lograr buenos salarios, no es la gran cosa en lo alterno, ya que no le sirvió para mantener viviendo en México a sus hijos; lo peor, nunca regresó a su pueblo para levantarlo con ese cúmulo de preparación de la que se siente orgulloso, abandonó a los suyos, aquellos que le facilitaron el inicio de su formación.
Lo mejor de la entrevista fue la explicación docta que dio este señor sobre todos los candados que tiene el sistema mexicano para evitar mandar a un corrupto a la cárcel; con sentencia, no de paseo turístico como hasta ahora se acostumbra. También los candados que impiden, incluso a los secretarios de estado, para sugerir o mandar apresar a esas ratas que abundan en nuestro gobierno.
Así pues lo felicito por sentirse realizado, le agradezco también sus comentarios, pero quiero pedirle que abra  los ojos para que se mire críticamente y entienda que usted no es nadie más que otro parásito que destruye al mundo. Pero le queda algo de vida y puede aún recapacitar para ser mejor.

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