Foto de EPM |
Llevo ya al menos cinco años caminando con los Caminantes del Maguey. En este blog he descrito algunos momentos en los que hemos disfrutado juntos. Después de la muerte del amigo de todos Ismael Catalán, creo que no he vuelto a escribir sobre el caminar por los caminos del sur. Las cosas no le han sido del todo buenas a los Caminantes, antes de morir Ismael se enfermó grave Tulio y aunque no se nos murió ya no está en las mismas condiciones para que disfrutemos su presencia. Su edad aunada a la preocupación de sus familiares por él limitan sus posibilidades. Moy no está tan cargado de años como Tulio pero el trabajo desgastante en que estuvo involucrado en un tiempo y algunos descuidos en sus hábitos también le ha mermado la salud por lo que no le ha sido posible frecuentarnos. Nuestro gran compañero y el principal motivador del grupo: Horacio, estuvo también al borde de otro caminar por veredas sin retorno, de las que no se ha repuesto del todo, reconociendo que también ese tipo de crisis en la salud le modifican a uno la visión del mundo y de lo que la vida no da. Así que salvo ocasiones especiales ya no nos acompaña, regresó Leonardo y que bueno es mejor una buena compañía que caminar solitario, sin despreciar a soledad que es una maestra que inspira la creatividad y el buen pensar. Pero sin saber las verdaderas razones, motivos o lamentos de ellos, también Juan, Bolí y Francisco dejaron de ser frecuentes, tal vez entraron en algún proceso de hibernación, los efectos nocivos de lo que sucede a nuestro alrededor, o la edad; ésta es abusiva y tiene sus acciones mellantes, los años encima demandan atención y cuidado. Los festejantes caminantes ellos frecuentan cuando de festejo se trata.
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Sin embargo pese a esos pequeños grandes motivos, este año fue excepcional en cuanto al clima se trate, uno que al parecer agradó a la vida del campo y a la de los que de él viven. Los caminos casi desaparecieron gracias al milagro de la naturaleza quien los cubrió de multitud de hierbas, es sorprendente la variada flora que existe en nuestros alrededores y lo poco conocida para sus habitantes.
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Voltear a mirar los cerros es un espectáculo conmovedor, al mirarlas chinitas de vegetación esas montañas también se nos enchina el pellejo de emoción, la multitud de flores diferente en especies, formas y colores no dejan a uno otra cosa que no sea extasiarse por su explendor. Lluvias continuas y abundantes revivieron manantiales, arroyos y ríos.
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Al campesino romántico, arraigado a su suelo; aquel que aún apuesta al cultivo para vivir de él, ahora le fué bien con sus milpas. Logró, al parecer, cosechar elotes, después el maíz; pero también otras viandas. Talvez debido a la existencia de agua, pasando el temporal podrán sacar más cosechas. Los fabriqueros tendrán material para el mezcal. Los animales domésticos engordan y los salvajes han de haberse dado festines como las arañas que en multitud veíamos a nuestro paso.
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Me tocó también ver la tragedia de una especie, debido al mayor tránsito de vehículos por el camino a Omiltemi y puntos intermedios, pero también al crecimiento en la reproducción de batracios debido al temporal, la carretera se tapizó de elementos de esta especie apachurrados en el pavimento.
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Quienes caminamos pudimos disfrutar climas agradables con cielos azules, semi nublados y nublados, preciosos amaneceres y caras sonrientes en el camino.
No tenemos lo más preciado, una libertad sin peligros, pero no podemos negar que la sierra madre del sur nos obsequia una vasta gama de paisajes hermosos, sobretodo gratuitos, paisajes de ensueño que aún no nos quitan los miserable neoliberales.
Todas las fotos son propiedad del autor.
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