jueves, 25 de enero de 2018

Morir en el cortejo.


Decía Nietzsche que la vida era difícil, preferible no nacer pero si se te daba lo preferible era morir rapido.(1)

Así pues que dentro de esa perspectiva podemos decir que en la vida nos la pasamos sufriendo entre pequeños momentos de placer. Ya que llegué al placer, al menos para mi, el sexo es el principal motivante en esta vida por todo lo que representa.

Pero dejemos el sexo por un momento (si están interesados en mayor información del sexo, bien pueden acudir a Los Sexos de Donald E Carr, para llenarse de él) y hablemos de algo que resulta complicado, tanto o más que la vida misma: Las relaciones entre los humanos. Digamos, para empezar, que se me ocurren cuatro tipos: entre parejas, entre patrón y empleados, entre proveedores y clientes, entre gobernantes y gobernados.

Sin embargo las cuatro existen y entre golpes y caricias las cuatro la van pasando, pero cada día se deterioran más. Aquí vale preguntar ¿por qué?

Pues bien que resulta difícil la pregunta; y salvo una mejor respuesta, yo propongo que de una u otra manera las cuatro están relacionadas elementalmente por lo que podríamos llamar el interés.

Así es, el interés de cada parte que compone la relación, como individuo, al parecer desde algún momento para aca, lo social; o sea hablar de socialismo, se volvió despreciable para las mayorías, lo tildan de comunista, como que si eso fuera muy malo, aunque lo social se sabe que es lo que mejor resultaría para que el mundo funcionara, como en Los mosqueteros de Dumas uno para todos y todos para uno, al parecer la frase ni le corresponde.

Como individuos nos volvemos egoístas, cada uno tiene necesidades propias, que por casualidad pueden en algún momento coincidir con la de otros, de ahí que se formen burbujas de sabiduría que no siempre son verdaderas. Pero no será buscando esas coincidencias como las cosas se resolverán. Definitivamente no lo pienso así.

La diplomacia, la tolerancia, la comprensión encaja como herramientas de reconstruir las relaciones sociales.

Debemos también considerar algo, que igual resulta dificil hacer comprender a las mayorías; porque de sí, la explicación resulta de algo que ya es una guerra polarizada, y es que los humanos somos el resultado de un proceso de evolución, cosa que muchos niegan ya que se afirma que fuimos creados. Así pues que cualquier explicación al comportamiento debe encajar en ambas conciencias de manera que llegue creíble para los dos bandos.

Sería difícil explicar a los de la creación que por genética el humano debe buscar la manera de aparearse ya que somos especie sexual. O sea que se requiere de dos tipos de la misma especie para poder procrear. Para ellos eso es decisión de un ser supremo. Bien esto ahí lo dejo.

La relación de pareja ha evolucionado de manera culturar a diferentes formas de relacionarse; dejo aquí a un lado los genes para no inconformar. Existen algunos libros donde se muestran estudios del comportamiento sexual en todo el mundo, cientos de diferentes maneras, tantas como religiones. Ya Michel Foucault se explaya en su historia de la sexualidad y más con La sexualidad humana de Mccary. Probablemente aquí hace falta referenciar autores de otros géneros para que se valga lo que dicen, ya que también en este asunto está la guerra de géneros involucrada. Lo bueno es que existen y me da mucho gusto.

Pero no se trata ahora de hablar del sexo, ni del placer relacionado a él, ya que pienso que eso no está en discordia, al parecer son pocos los que no han gozado o desean gozar esos placeres, aunque se sabe de radicales en contra.

La relación de los sexos, de cómo llegar al sexo entre dos o más; o cómo evitar mirarse o mirar como objeto sexual ante otros u otros, eso me parece más como el tumor a extirpar. El tema de debate actual, el arrime placentero sin ofensa.

Me utilizaré como ejemplo, en la cuestión sexual, lo ejemplifico así para que las mujeres me entiendan, yo las miro a ellas en cuestión del sexo como ellas mirarían un vestido nuevo envidiable que quisieran tener pero para poder poseerlo se requiere todo un proceso, ya sea económico o de búsqueda. El placer que les dará ese vestido no es precisamente físico pero les da un placer innegable sí consiguen el dichoso vestido. Y no hablo de mirar a las mujeres como vestidos u otro objeto, sino que me refiero que el placer que yo obtengo es parecido al de ellas. A la vez tengo la misma complicación para poseer lo que deseo. De ahí que miro mujeres a discreción y no lo hago porque las quiera a todas sino únicamente a esa de mi aspiración. Así ellas miran todos los vestidos de las tiendas y los que portan cada una de las mujeres a su alrededor para encontrar el tan deseado que incluso termina estando fuera de toda posibilidad obtener.

Debe haber hombres como yo para los que el sexo es mucho y otros para los que eso significa la única posibilidad de la procreación y otros que sólo miran a los demás como su propósito sexual. Igual puede resultar en cualquier otro género.

Nadie duda de que desde que somos animales de reproducción sexual, hemos realizado esta actividad y también queda claro que la naturaleza; o Dios sí lo prefieren, nos hizo a cada uno de tal manera para desearnos, relacionarnos y poder cumplir con esa función. ¿Cuándo fue que todo cambió? ¿cuándo fue que las cosas ya no se hicieron por influencia de nuestra naturaleza y se resolverán por cánones sociales, reglas éticas y morales o por la fuerza bruta del más fuerte o caprichos de organizaciones y gobiernos?. Aquí estamos en los inicios del siglo XXI y la relación entre géneros es un enigma a resolver, como llegarle al antagónico deseado sin ocasionar un conflicto, sin ser tachado de misógino o de lo contrario o de un sencillo lepero. Lo peor, tachar al cortejante como acosador.

Probablemente deberíamos unirnos los pobladores de cada sociedad y generar un manual al estilo del de Carreño para aprender a llegarle al otro. Habría tantos manuales de esos como percepciones equivocadas o precisas de lo que el sexo significa para cada quien de acuerdo a su cultura, usos y costumbres, religión, sentimientos obscenos o deseos de pureza.

Lo que sí debe quedar claro, que aquel acto tan simple, incluso ahora en otras especies; que es ese de aparearse, la inteligencia humana lo ha ensuciado con multitud de prejuicios. Ahora debemos, de alguna manera, sí es que queremos seguir disfrutandolo llegar a un acuerdo entre géneros. Esperemos que suceda.

Los últimos días quedé en un estado de perplejidad por los sucesos al respecto, cuantos fueron acusados como acosadores; seguro algunos lo eran, ¿pero los que no? quedaron en la misma circunstancia. Ahora, dada mi cualidad de querer comportarme adecuadamente, ya no se como llegar ante mi pareja: en el modo acostumbrado o enviarle una misiva diplomática para una reunión de panzas.

Termino con este comentario de Donald E. Carr en su libro Los sexos, a manera de advertencia a los hombres: Los descubrimientos biológicos modernos han hallado que es el hombre quién, pensando en el futuro, constituye un género superfluo. Es al macho a quien se puede eliminar para formar un mundo más tranquilo, sin sexos: y no obstante más productivo.

(1)
“Lo que debes preferir a todo es, para ti, lo imposible: es no haber nacido, no
"ser”, ser la "nada".. Pero después de esto lo que mejor puedes desear
es... morir pronto.”  FEDERICO NIETZSCHE en El origen de la tragedia.
 
 
 



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