viernes, 29 de abril de 2022

EJECUTADOS EN LA CINCA.

 



Los sucesos que narraré sucedieron hace tres semanas en el predio de la Cinca, en uno de los lotes baldíos que aún existen en ese lugar. Espacios que se encuentran poblados de matorrales y arbustos, de esos que aquí en Chilpancingo prosperan en los terrenos de sus alrededores y aquellos inhabitados; sobre todo en la temporada de lluvias, que después de terminadas quedan secos y muertos los vegetales en esos lugares.


Con todas las precauciones que el instinto de madre puede proporcionar, ellos, se escondían en el espacio que su progenitora había preparado para su resguardo y seguridad. No sospechaban; si lo hacían, no parecía que les preocupara que la fatalidad estuviera próxima a su guarida. Esa fue la sensación que tuve al descubrir accidentalmente el lugar.


Ese día los descubrí cuando pasaba cerca del sitio y oí unos pequeños y suaves chillidos, que hicieron que cambiara mi rumbo, dirigiéndome hacia el área de donde provenían los ruidos. Mi sorpresa fue ver que en ese lugar tan abandonado se encontraban expuestos, los ocho, al parecer tantos eran, ya que realmente no los conté. Estaban despreocupados, solamente esperando a la madre para que les diera de comer, siendo esa la causa de sus aullidos. A pocos metros de ahí, la que a mi juicio era la madre, se movía nerviosa; quizás por mi presencia, rumbo al lugar indicado.


Quien podría imaginar que en un lugar así pudieran sobrevivir, sobre todo con un aspecto tan sano, estos pequeños. Queda aquí esa reflexión de que “la vida siempre encuentra el camino”. Así fue que ese día, maravillado por el suceso, concluí mis actividades.


A la semana siguiente no me pude contener, como siempre acudo a ese lugar, a efectuar el deporte que practico, de dirigirme antes a admirar la existencia de esos seres pequeños. Para mi satisfacción, seguían en el mismo lugar, pero ahora más desarrollados y de mejor aspecto. Esta vez mi emoción no se pudo contener y compartí el hallazgo con mi amigo Jorge, quien asombrado acudió al lugar para verificar mi descubrimiento. Le sugerí la adopción de uno de los jóvenes. Proponiéndolo que esperara unas semanas para que los pequeños no sufriera las consecuencias de la crianza. No me di cuenta en ese momento, pero después vi que no solamente había decidido adoptar a uno; sino que lo hizo con dos.


Pasaron los días de la semana, lentamente, hasta el siguiente sábado. Como cada semana acostumbró me dirigí al mismo lugar. Ya había arribado Jorge; quien al ver que me dirigía emocionado al lugar, para ver el desarrollo de los jóvenes, me advirtió: que los restantes, o sea aquellos pequeños que no fueron adoptados, habían muerto. Yo quede estupefacto ya que planeaba en este momento adoptar a otro de esos seres indefensos. Mi intención quedó frustrada por la fatalidad, aún no convencido ni mucho menos a gusto con la noticia, decidí ir a cerciorarme. Mi tristeza fue mayor al oler la fétida advertencia de la muerte. Aún así, soportando el tufo, llegué hasta el lugar. Y sí, ¡ahí estaban cuatro! Esponjados por la putrefacción pero aún en ese estado se notaba lo bien que habían seguido desarrollándose a pesar de su precario refugio. No podría acepta que su muerte fuera una consecuencia del lugar, más bien a mí me pareció que había sido un crimen. Noté que la madre nerviosa llegaba venteando el olor que su instinto le indicaba lo que yo ya había patentizado con mi vista, ¡cuatro cadáveres!, nada extraño aquí en Chilpancingo que todos los días amanecen ejecutadas personas, sólo que en este caso no estaba la tradicional cartulina con el mensaje del justiciero. ¿Cómo puede ser posible que ahora hasta los cachorros de perros sean víctimas de la violencia de las mafias y del ejército?

¿Como sabremos que fue lo que ocurrió?; cuando aquí, en estos casos, se da por hecho que son ejecuciones por ajuste de cuentas. Nunca se investigan las causas para localizar a los culpables y castigarlos para evitar que siga sucediendo.

¿A quien podrá interesarle la razón o motivo o causa por la que murieron los cachorros? ¿Acaso ya los perros están inmiscuidos en las drogas y estos cachorros fueron víctimas de una ejecución? ¿A que cártel pertenecían y cual es el que ahora dominará esta zona?, ¿acabarán con todos los perros que se encuentren en ese negocio, incluyendo a sus crías, ya ni a estas perdonan? Se lo dejamos a su reflexión. A mí el asunto de saber el cómo o el por qué murieron no me consuela. Sólo sé que los cachorros pudieron haber tenido una buena vida como la tendrán los dos que mi amigo Jorge adoptó. No daré más datos para no otorgar pistas a los sicarios que quieran llegar a los dos cachorros que se salvaron; una vez que lograron evadir a los matones de sus hermanos.



Enero del 2011.

Edgar Pavía Miller.

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