jueves, 21 de julio de 2011

Distracción


Muchos pensadores consideran imposible que una sucesión de hechos aleatorios puedan construir algo tan complejo como lo es un ser viviente. O sea que no creen en la evolución.
Sin embargo la vida cotidiana, si nos sentamos para analizarla, nos mostrará como se forman las ideas en el cerebro y después estas ideas construyen tecnología o arte, notaremos que todo el proceso es aleatorio, el cerebro capta imágenes, sensaciones, sonidos, gustos y olores. De la multitud de datos que rodean al cerebro; o sea, a partir de ese cúmulo de información desordenada se generan las brillantes soluciones científicas y artísticas que han construido; y porque no decirlo, destruido civilizaciones. Del caos surgió la vida como del caos surgen las ideas que llevan al hombre según lo desee: a su engrandecimiento o a su extinción. Que no conozcamos cómo se hace no significa que no se puede.
Hasta este momento lo único verdadero que conocemos del cerebro es que casi no lo conocemos. De la vida es igual.
Cualquier estudio que se hace al respecto es básicamente hipótesis.
Si partimos del principio conocido de que en el universo sólo existe masa y energía, y que en el sentido estricto ambas son lo mismo. En que lugar quedan los pensamientos, las ideas, los sufrimientos, las alegrías.
Ahora y siempre la incertidumbre: ¿de donde salen y hasta donde pueden llegar?
Se me ocurrió pensar; que si es el cerebro  quien controla el estado vegetativo del cuerpo, lo hace a través de una parte separada, claro está. Pero cómo fue que el cerebro pensante se desconectó de él, si es que alguna vez lo estuvo, o porqué no lo está.
La interrogación es: por qué no podría ser posible que el cerebro pensante dijera: si todos los días tengo que correr, porqué no mejorar el cuerpo humano para hacerlo mejor, en lugar de fabricar objetos que me lo permitan. De esta manera mandaría el mensaje desde su cerebro a su ADN y de ahí a su descendencia.
Pero como no sería él quien lo disfrutaría, mejor, compró un auto.
Creo que aquí fue donde se desconectó, sus prisas y envidia le inhibió seguir evolucionando, usando el pensamiento.



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