En 1968 fuí a la ciudad de México
a estudiar, justo después de la matanza de Tlatelolco, la del famoso: “dos de
octubre no se olvida”. Precisamente fue en ese año que llegué a la gran ciudad para
realizar los exámenes de admisión. Fueron muchos aspirantes los que reprobaron, pero no
fue mi caso. De todos modos, entonces, ya existía la corrupción educativa por
lo que muchos entraban a través de recomendaciones u otro mecanismo. También ya
se iniciaba la segregación educativa, con el pretexto, según de quienes
manejaban la educación, para que estudiaran únicamente los mejores ¿?
Yo pasé con buen promedio el
examen, como dije, sin embargo si esto de los exámenes hubiera sido el
mecanismo de seleccionar a los alumnos en todas las escuelas, realmente yo no hubiera
llegado ni siquiera a la secundaria.
Fíjense que cuando terminé la
primaria lo hice como pésimo alumno; incluso mi padre pagó a una maestra para
que me adelantara un poco dándome clases en privado. Al terminar la primaria, participé
en un examen prueba para una secundaria agropecuaria y fui de los que lo
reprobaron estrepitosamente, por suerte mis padres, entonces, decidieron que un
reposo del sistema educativo mexicano, sería bueno para mi, así fue que me tomé
tres años, eso me sirvió para regresar con suficiente carácter para soportarlo
otros diez años más.
Curiosamente, cuando me
presenté al examen de admisión de la secundaría fui el tercer mejor promedio;
pero, aún así, no me aceptaron. Porque según decían, el reglamento no permitía
a hombres mayores de doce años. Así es
que tuve que probar suerte en otra secundaría donde no estuvieran bajo ese
reglamento.
Terminé la educación profesional, pero siempre
he pensado que pudimos ser mucho mejores profesionales si el sistema educativo
hubiera sido otro.
Cada individuo aprende de
diferente manera y el sistema educativo enseña de una sola manera, puede que
sea muy buena para algunos pero definitivamente no lo es para todos.
Si quienes gobiernan realmente
quisieran que la población fuera preparada, la educación sería muy diferente.
Pero más bien, pienso, que la intención es mantener a la población en una
situación mediocre y con la conciencia de que somos de menor calidad que los
individuos de otros lugares. Incluso los medios masivos de información, al
parecer, refuerzan esta intención. Resaltando nuestros defectos haciéndolos ver
como meritorios e intentando siempre convencernos de que ser mejores no es para
nuestra idiosincrasia. Mostrando, cómo
los mejores en todas las actividades principales de la ciencia, economía, el
arte y el deporte siempre son personajes traídos de otra parte. Cuando algún
mexicano triunfa, sólo lo mencionan como casualidad en la noticia del día, sin
resaltarla considerablemente. Posteriormente nunca lo mencionan, a diferencia
de los de otros países que los mencionan rutinariamente como publicitándolos.
El gobierno nos muestra su
desprecio, desairando lo fabricado o inventado en México,
trayendo la solución de otra parte para la infraestructura de la nación, nunca
promueve la superación, solamente simula que lo hace. El presupuesto en
desarrollo, ciencia, educación, tecnología se lo gasta comprando insumos
traídos del extranjero, no invirtiendo directamente para el propósito de
mejorar.
Se oirá, como con bombo y
platillo anuncia las miles de computadoras que regalan a estudiantes aplicados.
Obviamente esas computadoras coreanas, chinas, europeas o gringas son los gastos en fomentar la tecnología. Así
sexenio tras sexenio, México va
siendo más dependiente del extranjero.