by Jeremy Lipking |
Temprano me dirigí
a la puerta. Antes de abrir, levante el periódico tirado por el repartidor. No
le di importancia a las noticias por el momento, me apuré a subir las cortinas porque
ya se me hacía tarde.
Después de un
momento, más tranquilo y desocupado, me senté a leer el periódico: “Jovencita
se colgó en su casa”, era la nota de la cabecera de la primera plana del
periódico, considerada la impactante para quienes se encargan de las noticias
de ese periódico, supongo, unos párrafos en la primera página y después la
referencia a la sección Justicia: así llaman los editores a la sección roja. En
esos primeros párrafos hacen referencia a una mujer joven de diecisiete años que se suicidó. No leí más y regresé a
las secciones del diario acostumbradas para sacar notas para: “Todo bonito”.
Después de unos
días supe por diferente conducto, que la mujer suicidada era la hija de una
señora que vendía ropa en las oficinas, Pamela. También me enteré que unos que dijeron
ser de la policía federal la habían detenido por vender ropa pirata y la amenazaron
con encarcelarla por esa causa, no valieron
sus razones donde argumentaba que ese era el medio de vida para mantenerse y
darle estudios a su hija. Cuando uno de los que estaban ahí, escuchó lo de la
hija, le preguntó que cuantos años tenía; a lo que ella respondió, sin sospechar,
que diecisiete años. Uno murmuro: ya
está. La madre confundida lo volteo a ver sin entender porque murmuraban, luego
el otro le dijo: no se preocupe seño le vamos arreglar su problema, déle su domicilio
y datos al joven del escritorio y después puede irse.
Pamela regresó a su
casa y sin más ni más siguió con su miserable rutina diaria. Ella no se imaginó
ni siquiera por casualidad que propósitos tenían quienes la habían detenido. Después
de algunos días fue cuando supo la negra realidad. Su hija, Griselda, se acercó
a ella y le dijo todo: Madre, vino un señor a decirme que si no me meto con él
te van a llevar a la cárcel, además que si me niego no sólo te meten a la cárcel;
sino, que antes te torturaran. ¿Por qué te están amenazando esos? ¿Que hiciste?
-Hay hija, pues
nada; lo mismo de siempre vender la ropa que traemos de tepito, dizque dicen
ellos que es pirata y que estoy violando leyes federales. Pero ya me habían
dicho que no me preocupara, que ellos arreglarían todo…
-¡No!, ¡pues sí!
así lo están arreglando, ¡cogiéndome!, ¡cabrones!
Cálmate hijita, no
te preocupes, yo voy ir a reclamarles y pedirles que dejen de molestarte, si es
necesario hablaré con su superior.
Al día siguiente Pamela
se fue a verlos a las oficinas donde la habían llevado detenida; resultó que ni
siquiera los conocían. Le preguntó a uno de los que estaban ahí ese día, al hombre
a quien le había dado los datos. Le contestó riéndose: hay señora que inventa
usted, debió haber sido en otro lado.
-Sí, y que estabas haciendo ahí tú, tan obediente
recibiendo datos
-Ha de haber sido
otro y me confunde.
El caso es que
todos negaron, por lo que se fue preocupada. Cuando regresó a su casa encontró
a su hija colgada muerta, con un recado
el cual decía que se quitaba la vida porque su novio la abandonó.
Después de unas
semanas a Pamela la interceptó el federal que la había detenido y quien le
había dicho que le arreglaría todo, le dio un sobre con bastante dinero y le
dijo aquí tienes mamita ya está resuelto tu caso, ahora compra más ropa y de lo
que vendas me das el treinta, estuvo sabrosita tu niña.
Nota. La narración
anterior es ficticia, la realidad es terriblemente peor.
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