sábado, 11 de enero de 2014

Espacio y tiempo.

Foto Edgar P. Miller

La vida nos presenta diferentes momento y lugares dentro de los cuales tenemos que estar, no siempre queda a nuestra elección estar o no en ese espacio vital; así pues como ejemplo podemos tener aquellas personas que vivían en Hiroshima en el preciso instante de la explosión de la primera bomba atómica lanzada con el propósito de matar. Dicen que quienes viven ahí ahora están muy bien. Desde luego que son otros, los anteriores murieron  entonces, salvo pequeñas casualidades de sobrevivientes. Aquí se muestra un mismo lugar con dos instantes diferentes.
Pero para aquellos que lo duden aún, existen otros ejemplos; como lo fue el terremoto del 1985 en la ciudad de México, esa vez yo estuve en el lugar pero no en el momento, por eso fue que sigo vivo, si hubiera estado en el lugar y en el momento ya estaría cadáver. 
Así resulta, ahora vivimos en el lugar en el que queremos estar pero en un momento en el que no nos conviene; lo peor es que para muchos de nosotros no existe gran elección, agregando lo complicado que resulta hacer un movimiento sin que nos den mate; en el sentido del ajedrez.
En la foto siguiente, un momento en el que estuve ahí y en el que aunque quisiera estar ahora no es posible porque ya no existe la playa, se fue, simplemente se fue.
Foto Edgar P. Miller.
Creo, pero los estudiosos en el tema lo podrán asegurar, que la gran dispersión del humano tiene mucho que ver con este tipo de situaciones, momentos de confusión y desesperación que obligan a moverse a veces alejados de lugares que ahora son deseados; incluso sin meditarlo concienzudamente, los movimientos de migrantes en el mundo se aumentan día con día, algunos países se preocupan debido a que la población extranjera en sus estados está rebasando a la propia; la cual también irracionalmente se molesta. Curiosamente, a pesar de que existen estudiosos y multitud de universidades por el mundo que, según dicen, preparan a los hombres para ser mejores, la realidad nos muestra: que al momento de decidir los hombres, al parecer aún los más preparados toman decisiones equivocadas.
Es una realidad que todos los humanos somos de la tierra. Aunque se sospecha cuales fueron los primeros lugares en donde esta especie apareció, no se les culpa a quienes controlan ese lugar, de ser quienes no hacen nada para evitar la migración de esta especie tan invasiva y destructiva. Pero si lo analizamos, llegaremos irremediablemente a la conclusión de que  fue precisamente debido a ser migrantes que ahora la cultura europea está en todo el mundo, como consecuencia de todo el mundo, personas, quieren irse a vivir a los países europeos; o sino, por lo menos al más europeo de américa.
Regresando a lo del tiempo y lugar. Aquí en nuestro entorno nos tienen; al menos a mi me tienen, atrapados con cadenas invisibles al lugar, probablemente no existan y sean producto de mi desesperación o de mi inconsciente deseo de seguir aquí. Pero sea como sea me tienen anclado a lo mismo y veo que lo mismo no lleva a nada bueno. La edad, los impuestos; más, ahora, aunado a los cambios fiscales, la recesión del mercado, la migración de los habitantes del campo a otros lugares o a diferentes actividades económicas, la pereza o incompetencia de los gobernantes para corregir el rumbo, el no haber prevenido el suceso; siendo prodigiador del mal futuro, el aumento del crimen, la falta de empleos; sobre todo para personas de más de cuarenta años y bien remunerados. Curiosamente si planeas incrementar tu actividad para tener mayor capital empiezas a convertirte en víctima si es que no ya estás en la mira del depredador; caso contrario inicias un camino a la indigencia. Interesante encrucijada para el lugar y el momento en que vivimos.

Uno debe ser razonablemente inteligente para decidir, culpar es un recurso estéril que desfoga el coraje y ocasiona frutos a muy largo plazo si la acusación es bien dirigida, pero para el tiempo presente no funciona, preferible hacer de nuestros enlaces neuronales unos nudos complejos, razonando para lograr una decisión equilibrada y si existe la solución lograr encontrarla, arriesgando sólo lo necesario.  Desde luego no caer en ese optimismo místico y color de rosa de gente inconsciente que te invita a ignorar tus problemas para sentirte bien como si te tomaras un analgésico para el dolor de una enfermedad terminal.

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