México se encuentra sumido en
el remolino de la “democracia”. Durante muchos años un partido gobernó
cambiando cada seis años presidente por la vía del dedazo. Hasta que terminó el
siglo y con una simulación perfecta pasó el mando a los PANaderos. Ya va ha
terminar el segundo periodo de este partido y todo pinta que el tercero se lo
robarán como el primero, claro haciendo una teatralidad, jurídica si es
necesario, como en la ocasión anterior. Ahora la igualdad de género es bandera
para imponer gobernantes.
Como ven, de democracia, lo
que sucede en México, solamente tiene el nombre, que incluso el mismo nombre
tiene más de dos mil años que quienes lo utilizan no saben que significa y cada
quien lo define a su manera y conveniencia. Así resulta que hasta los estados
más nefastos son demócratas.
La mayoría de la población es
facilita, como palomas de la plaza llegan a votar a cambio de maicito. Nunca
participan en nada que signifique discusión o participación; mucho menos
pensar para formar un verdadero gobierno. A los pocos que se atreven hacerlo,
los compran o los delegan según le conviene aquellos que controlan los
partidos. Nadie puede participar en esta democracia sino está en algún
partido; y nadie puede estar en un partido sino es corrupto. Así que las elecciones
son acciones para idiotizar a los idiotas y simular algo que no existe pero que
conviene que aquellos que algo piensan lo crean. ¿Será?
En otras ocasiones he
mencionado que al poder se llega de múltiples maneras y la historia lo
demuestra, que cualquiera de ellas termina siendo válida por el tiempo que dura
en el poder quien lo obtiene, al grueso de la población, por desgracia, se le
somete, por las buenas o por las malas, solamente quienes son del grupo de
poder están a gusto, hasta que el poder se le antoja. Es entonces cuando se
repite el ciclo.
Lo más salvable hasta hace
seis años era que a la población se le engañaba pero se le respetaba la vida,
ahora hasta en eso las cosas están cambiando, como van las acciones en seis
años todos seremos de León Guanajuato, en donde la vida no vale nada. Cualquier
acción civil será ilegal porque ya casi todo es ilegal aquí en México, y como
dice el espurio: él debe cumplir la ley y acabar con la delincuencia. Nos
espera el exterminio.
El otro día me regalaron una
playera de fútbol de un equipo ingles, me le quede mirando y me pregunté ¿es
pirata? o ¿es original?, ¿alguien sabe cual es la diferencia? El que la compra
sí, por el precio, a quien se la regalan le es más difícil; pero portarla, sin
poder demostrar que es original, es delito. Lo que puede ser suficiente razón
para terminar en una fosa clandestina por dificultar la inversión extranjera en
México. Esperemos que no llegue a tanto: pero se siente, se mira que el crimen
está presente.
Hace apenas unos días, estando
escribiendo aquí en mi estudio, que tiene una ventana que da a la calle, oí
ruidos en ella, serían de por ahí de la una de la mañana. Los ruidos estaban
acompañados de luces rojas y azules intermitentes, se oyó parar a un carro e
inmediatamente otros a su alrededor después ordenes por altavoz para que los
ocupantes del vehiculo, bajaron. Mi casa está en los primeros cuadros de la
ciudad, abrí la puerta de enfrente y con cuidado mire fijándome que seis vehículos
de la policía federal estaban ahí, los ocupantes detenían a unos muchachos que
viven en una casa de estudiantes aquí en la esquina, los obligaron a salir del
carro como delincuentes: los obligaron a levantarse la camisa y poner las manos
sobre la pared de mi casa, desde la acera opuesta, enmascarados como fans del
Comandante Marcos y con armas automáticas, apuntaban hacia ellos y como
consecuencia hacia mi casa también, quise no aterrarme de convertirme en daño
colateral, no sucedió después de unos minutos dejaron ir a los muchacho; quienes,
se fueron blancos todos, y lo digo sin ofender al costeñito de Cuaji que es
afro mexicano.
No supe que hacer o que
sentir, si estar contento con tanta seguridad que nos aportan las fuerzas
fascistas de la presidencia, o sentirme desprotegido y preocupado de la falta
de garantías para circular en el centro de la ciudad.
Estoy plenamente convencido
que existen mejores modos de gobernar.
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