Fui presidente de casilla, no
fui de las elecciones federales, sino que de las locales del estado de
Guerrero, sin embargo ambas se hicieron en los mismos lugares, incluso se dio
la orden de que los funcionarios del IFE
estuvieran a un lado de los del IEEGRO, pasando primero los electores a votar a
la federal y posteriormente a la local. Para lo anterior fuimos capacitados, no
se como sucedió con los demás pero a mí me tocó una chica muy convencida de lo
que hacía, además de sumida completamente en su responsabilidad, sufrió e
intento a lo máximo resolver los inconvenientes.
Podría decir que después de
los funcionarios de casilla, que participaron en las elecciones la capacitadora
fue quien sigue para merecer halagos.
Pero las elecciones no son
halagos, son algo que si todos tomáramos en serio sería la manera de obtener
lo mejor como gobierno, pero esto que me tocó decir en una frase en la
realidad resulta tanto como imposible.
Iré mencionando algunas cosas
que lo demuestran.
Primero, los partidos están
formados en su mayoría por individuos que lo que les interesa es solamente un
buen empleo o mejorar su ingreso y esto se puede recorrer a la gran mayoría de
la población, podríamos aceptarlo y decir que es correcto, sin embargo los
modos para mi gusto no lo son.
Creo que formar un buen
gobierno traería lo anterior en lugar de utilizar el proceso par lograrlo.
El proceso de elecciones es un
despilfarró de lo que la mayoría de los mexicanos carecemos.
Al parecer los funcionarios de
casilla se seleccionan a través de un sorteo que ocasiona otro sorteo y que al
final viene terminando en que el capacitador busca a los funcionarios para que
le ayuden con el proceso. ¿Por qué sucede esto?, sencillamente porque en el
padrón electoral están la mayoría de mexicanos y que dentro de esta mayoría
valen lo mismo todos indistintamente de sus capacidades físicas, intelectuales
y económicas.
¿Que sucede? Que al sortearse
puede salir escogido un ciego, un desquiciado, un drogadicto, un idiota
mentalmente, un muerto de hambre o cualquier lacra de la humanidad, o un pobre
que hasta en domingo, aún siendo elecciones tenga que trabajar, como sucedió con
el nevero que estuvo todo el día junto a las casillas vendiendo nieve y nunca
votó.
Cuando asiste el capacitador a conocer al afortunado, se da cuenta que la mayoría de
los seleccionados no quieren o no pueden o exigen pago, recuerde que ser
funcionario de casilla es un trabajo obligatorio y no remunerado de acuerdo a
la constitución.
Así pues, lo anterior obliga a
que quienes tienen la responsabilidad de que se formen las mesas escojan de
donde puedan, incluso el mismo día de las elecciones así sucede y está
previsto. A mí me tocó, de siete ensaculados asistieron solamente cuatro, en este
caso suficientes para formar la mesa, pero no sucedió lo mismo con la casilla
del IFE que tuvieron que empezar una hora después hasta que lograron juntar a
todos los de ley.
Recuerdo una canción de rock
de mis tiempos jóvenes, que tenía un a frase que decía: “te gusta tocar
guitarra pero no quieres aprender” pues
bien llevándolo a los mexicanos, esto es realmente lo que sucede, queremos
escoger a nuestros representantes pero no la parte del trabajo que nos corresponde.
Participar en las mesas
directivas de casillas es parte del
proceso, pero también lo es que los representantes de los partidos estén
presentes en todo el proceso y no lo hacen, pero lo más triste es que no
participamos en la elección de los candidatos; sino que un poquito más de la
mitad que se registra en el padrón electoral vota y estos que votan es a lo más
que están dispuestos hacer para poner a sus gobernantes.
Además y resulta impactante,
al menos para mí que muchos de los que asisten a la elección ni siquiera saben
de que se trata: les contaré:
Los votantes llegaban y se les
formaba en una fila para que pasaran a la mesa de elecciones, del IFE primero y
posteriormente la credencial pasaba a manos de la del IEEGRO; a donde llegaba
el dueño de la credencial, exigiendo su devolución, cuando se le explicaba que
ahí votaría por sus representantes locales, se quedaba de a tres, o sea no
sabía que era eso, además de que repelaban por ello, ¡¿otra vez?! Otras cosas
los hacía molestar también, como el que se les pusiera tinta indeleble o porque
se les pidiera mostrar el dedo pulgar, etc. Pero lo peor era que llegaban
a votar gente de todo tipo, te dabas cuenta como vale lo mismo tu decisión
inteligente y pensada, premeditada, consiente, etc. a la de uno que sólo lo
hacía porque su patrón le dijo que si no votaba no recibiría su sueldo. El
instructivo decía que no deberíamos permitir votar a personas afectadas de sus
facultades mentales, permítame preguntar ¿cómo un simple ciudadano de repente
se convierte en una eminente psiquiatra? A nosotros nos tocó, recibir para votar, un joven de
aspecto de síndrome de Down, pero realmente no sé yo, si estos individuos están
afectados de sus facultades mentales o cual sea su verdadero problema. Esa es solamente
una de tantas incongruencias en las decisiones que debería tomar un funcionario
de casilla.
Ya les seguiré platicando de
esto que sucedió el primero de julio del 2012.