martes, 3 de julio de 2012

Un siglo de retroceso.


 En el  siglo diecinueve y a principios del veinte, los países de América no parecían tan estables políticamente como lo son ahora; aparentemente.
En algunas lecturas que he tenido sobre la historia, me había dado cuenta cómo los golpes de estado se sucedían unos a otros. Para que aquel que lo hacía fuera legitimado había necesidad de que otro país lo reconociera como jefe de gobierno. Obviamente, entre más poderoso resultaba el reconocedor más seguro resultaba que aquel reconocido se normalizara en el gobierno que por la fuerza había adquirido.
Curiosamente, ahora en un proceso democrático; supuestamente seguro, limpio y legal; o al menos eso quisieron hacernos creer. Los mismos que intentaron por todos los medios convencernos, son, ahora, quienes no le dan la importancia. Lo digo, porque cuando el conteo de la elección iba en sus etapa inicial, o sea en no más de la cuarta parte de los votos, para entonces, ya el presidente del instituto, el de fáctico de la república  y los medios de comunicación, estaban dando de ganador a uno de los contendientes, posteriormente algunos jefes de estado de otros países, de los poderosos casualmente, felicitaban al supuesto ganador, quien también ya anunciaba su triunfo como legítimo.
Tendría que estarme chupando el dedo, para creer que estas elecciones son limpias, las cosas siguen siendo como en el siglo diecinueve, el poder se obtiene por la fuerza, nunca por comicios limpios.  Ahora volvió a suceder. Almenos así parece ser. ¿Serán capaces de corregir?

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