Ya empezaron los juegos
olímpicos, pero no se han inaugurado, ¡no importa! porque la una y otra son
parte del mismo negocio y el orden no es importante, lo importante es el éxito
en las entradas. Lo que en otros tiempos fue la gloria del deporte ahora es un
gran negocio y el aumento de riqueza a los “patrocinadores” del evento, a estos
juegos ya no acuden deportistas, ahora son artistas magistrales del deporte; ni
se le ocurra siquiera pensar que son amateurs, porque los ofendería; son
individuos dedicados en cuerpo y alma a la perfección de la técnica atlética a
la que pertenecen, su vida está dedicada a la obtención de la medalla de oro; y
punto.
Para lograrlo se preparan con una
alimentación calculada y preparada como se hace con los alimentos del ganado,
precisa para no excederse en el mínimo de calorías que pueda aumentar su peso
pero con suficientes proteínas para darle fuerza y resistencia a sus músculos,
nada de drogas. Ni siquiera un analgésico para el dolor de la torcedura o el
golpe en los entrenamientos; quizás un masajito, hielo y agua caliente para pasar el
antidoping. Agua sin cloro no sea la de malas que ya esté entre las drogas prohibidas.
Ningún humano normal puede
siquiera pensar en ser protagonista de los juegos; que de juegos, solamente
tienen el nombre, un gran negocio pero no tanto para los participantes como lo
es para quienes están detrás de toda la farsa, pero eso no es de interés para
aquellos que llenan las tribunas, estos entes consumistas se vuelven
deportistas por el solo momento de presenciar los eventos. Ganar es la meta;
competir es para perdedores. Un público como el del cine, ya que frente a la
pantalla de plata y a la de fósforo se criaron. Aprendiendo a ser engañados con
espectáculos.
“Lo importante no es ganar
sino competir”; quedó vacía la frase, escrita en la historia de los Olímpicos
modernos. A que idiota se le puede ocurrir algo tan falto de materialismo
metálico, dirán los nuevos operadores deportivos.
Por otra parte los fabricantesde trajes de baño para nadadores y clavadistas, zapatos especiales para cada
competencia; así como las pelotas, raquetas, balones, garrochas y multitud de
vestimenta y accesorios de las competencias, ya preparan sus promociónales para
explicar y promover sus productos como los artífices del triunfo de todos los
héroes olímpicos. No fue: el esfuerzo, la disciplina, ni el tesón en las
competencias lo que les dio el triunfo; fue lo que comieron, vistieron y
tiraron o patearon; los promotores del triunfo.
Quienes escuchen los
promociónales correrán a comprar todo lo anunciado, para practicar sus deportes.
Estos sí de verdad; o sea, aquellos que se hacen por la convivencia, placer y
relax; solamente por eso, sin propósito de gloria. Soñando en las hazañas de
sus héroes olímpicos, quienes al igual que aquellos portan la camiseta de
ensueño que los hace verdaderos deportistas de alto rendimiento.
Mientras yo, corro
para ejercitarme con mi playera vieja desgastada y rota y mi short manchado y
seguiré disfrutando mis caminatas al cerro y mi cascarita de fútbol de los
sábados. Con el único sueño de terminarlas en una tertulia con los cuates.
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