Foto de André Duhme, modificada como pintura. |
Sentí que la luz de la mañana empezaba
a colarse a través de las persianas, extendí mi brazo para mirar mi reloj: sí,
ya eran las siete de la mañana. Me
estiré y me dirigí al baño para asearme; después, vestido ya, me fui rumbo a la
computadora para revisar el saldo de mi cuenta del banco y ver si ya me habían
depositado el dinero prometido para el “buen fin”, me sorprendí de haber
recibido tanto, considerando que solamente era una parte del aguinaldo,
contento con el monto, fui a despertar a mi señora, pero ella ya tenía rato que
se había levantado, ya me esperaba ansiosa en el garaje, cuando me vio y la vi,
me pregunta: ¿que tanto haces, no quedamos en ir temprano al almacén para comprar?, sí,
disculpa, avancemos, así es que salimos sin almorzar, tomando un taxi,
dirigiéndonos a uno de tantos centros comerciales que existen ahora aquí en
Chilpancingo, antes pasamos a la concesionaria de autos y compramos una camioneta
Escape, después con el vehículo nuevo nos fuimos a la plaza comercial donde iniciamos
las compras: ¡mira!, la tele Smart tv que querías, está rebajada de nueve mil
novecientos; a quince mil doscientos, vamos a llevárnosla antes de que se
acaben además está a doce meses sin intereses si pagas con la tarjeta, así fue que
iniciamos con lo más necesario, primero el enganche del auto a doce meses sin
intereses; y, a pagar las mensualidades en diez años. Ahora con una
tele de tecnología de punta para seguir viendo esos interesantísimos
programas de Televisa, seguimos y también nos llevamos un Blu ray y diez
películas originales de esas que filman en Hollywood, porque no existe duda de
que son las mejores. Pasamos por donde exhiben los libros; estaban a tres por
uno, pero dije: ¿quien lee libros ahora habiendo tele?, yo no tengo tiempo de leer.
Así es que fuimos a comprar ropa a Liverpool, ahí me compré un traje, zapatos,
tenis, ropa deportiva; mi esposa pidió un vestido, unos hermosos zapatos
italianos, ropa interior Victoria Secret y un sombrero de vestir. Después continuamos viendo
cosas en este lugar donde adquirí una playera original del equipo América,
mientras mi esposa compraba una plancha de vapor de cinco mil pesos descontada
a seis mil trescientos. Fuimos a otro centro comercial, dirigiéndonos directamente
a la sección de alimentos: llenamos el carrito con embutidos, refrescos y
cereales; después a la caja. Al querer pagar, rechazaron mi tarjeta por
sobregiro, dando un mensaje, de que si quería aumentarlo podría hablar al
teléfono tal, saqué mi Iphone hablé al número
indicado y en unos segundos ya tenía más crédito, regresé a la caja para
decirle a la empleada que intentara de nuevo, resuelto, paso la cuenta.
Salimos rumbo a la camioneta,
un chico nos ayudó con el carrito, pero ¡oh¡ sorpresa la camioneta se la habían
robado, con toda la compra anterior, cuando me voltee para ver a mi esposa, ya
el chico del carrito le había quitado su bolsa y arrancado sus aretes de oro
con perlas, junto con otros chamacos, se llevaban
la mercancía del carrito, quise correr para alcanzarlos y mis piernas no
respondían, lo intentaba pero al parecer alguien las apresaba, desesperado y
sudando desperté; todo había sido un sueño.
Sonreí, luego me dije: aquí
está tu “buen fin”, ni siquiera tienes empleo para recibir aguinaldo; ni te
beneficia como comerciante, porque tu negocio no vende lo que compra la gente
cuando es motivada por estas argucias comerciales, incluso, esos días ni vendes.
¡Una playera del América!, ja,
ja, ja… y original, me voy a orinar.
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