sábado, 14 de enero de 2012

Manifestarse.




Cuando la población se trastoca, resulta decepcionante vivir entre ellos.
Me entró lo filosófico y quiero divagar sobre algunas cosas que suceden en mi pueblo-ciudad.
Ya tiene al menos cuarenta años que en México se le permite votar a quienes tienen 18 años o más. Se dice fácil, pero estamos diciendo que un individuo con 18 años de experiencia en cuestiones de la vida pueda decidir quien es aquel que deba gobernarlo.
Aclaremos qué quien gobierna es quien decide cuantos impuestos cobrará y que destino dará a ellos, también es quien define que planes de estudios deberán tener las escuelas públicas, además que son quienes cuidarán de nuestras propiedades. No solamente las individuales sino que las de la nación. Para no hacer un libro diré que son personajes importantes para la vida de los individuos sobre aquellos de quienes gobiernan.
Sin aceptar, si es o no correcto, que esos jóvenes voten; lo tienen como derecho y debe haberse pensado, antes de aprobarlo, que estaban capacitados para eso, en tan pocos años, por cierto fui de la primera generación de 18 años; voté entonces por mi amigo Javier para presidente; perdió.
Ahora bien si esos muchachos reniegan de sus educandos se les argumenta que no tienen ninguna capacidad para hacerlo, se preguntaría uno; bueno yo me hice la pregunta: ¿acaso aquel que me debe educar es más complicado escogerlo, que aquel que me debe gobernar? Sigo sin encontrarle respuesta. Sin embargo, ahora aquí en mi pueblo, parecen ser que algunos de la población consideran positiva la respuesta.
Un punto para la educación, ya que esos que piensan así le dan una preponderancia a educar que a gobernar.
Manifestarse también es un derecho, pero cómo consecuencia también es una incomodidad, ya que no siempre somos todos quienes nos manifestamos a la vez; pero, sí lo hacemos de vez en cuando.
Daré algunos ejemplos, para hacer el arte de escribir más clarividente.
Miren, aquí en Chilpancingo, es despreciado aquel que se manifiesta para exigir algo que las mayorías ya tienen, o que las minorías acomodadas ya tienen. Curiosamente hasta por algunos que no lo tienen.
Sin embargo los que profesan una religión se manifiestan sin tapujos, considerando, quizás, que Dios se los autoriza, sobre la incomodidad que ocasionen aquellos agnósticos. Así el día de la Lupe hace multitud de manifestaciones, incluso con ruido todo el día pensando que son benditos. Pero esos mismos que se purifican con Lupe no permitirían ni cinco minutos de bloqueó en una avenida por algunos harapientos, con todo el respeto y dignidad que se merecen, solicitando agua en su colonia.
Por hoy, creo que le paro.
Todavía tenemos más de 300 días para seguirle, según los pronósticos de los apocalípticos.

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