Nino Castenuovo et Catherine Deneuve
sut le tournage du film. © agnès varda |
Desde
que nací ya existía cine en el pueblo donde vivía. Así es que
desde muy pequeño íbamos a ver películas, no tantas como se hace
ahora que se tiene cine en casa; no, entonces, cuando muy seguido,
una vez a la semana: al matiné. Así es, que quiera o no mi cerebro
se fue forjando en relación a esas proyecciones y al entorno de mis
actividades cotidianas, pero debo confesar que el cine tuvo mucho que
ver en mi formación. En un época ni siquiera lo consideré así,
pero al pasar del tiempo y viendo el comportamiento de la sociedad en
general, considero que sí tuvo influencia.
Les
platicaré algunas cosas del cine. En las películas, en el
transcurso de una hora y media, se proyecta toda la vida de un
personaje: vemos como nace, crece se desarrolla y muere; una vida de
noventa minutos, lo que dura un partido de fútbol, de ahí que
muchos de nosotros apenas aprendemos a caminar y ya queremos tener
todo lo que tienen los más viejos de nuestra sociedad, que lo han
logrado en toda una vida de esfuerzos y sacrificios, algunos, otros
robando. Un deseo genuino dado que en el cine en mucho menos tiempo
los personajes lo logran. Pero lo anterior es sólo peccata
minuta, en cuanto a la
afectación que tienen en la sociedad.
Pongamos
otros ejemplos. En las películas los servicios de emergencia llegan
en fracciones de segundos al lugar del siniestro y en menos de que yo
lo escribo ya tienen a los heridos en el quirófano, operándolos de
emergencia para salvarles las vidas; y saben que se logra con eso,
pues que en la vida real queremos que así sea; y, también,
creemos que así es.
Se
podrá argumentar que es ficción, que la gente debe de entender eso,
que debe ser un individuo inteligente, que no tiene porque caer en
falsas creencias. Todo lo anterior podría considerarse verdadero;
pero la realidad es que el humano no funciona así, no es máquina
perfecta, es un animal todavía. Su organismo de percepción está
adaptado a la naturaleza que ha estado con él durante la existencia de
la especie, para él, lo nuevo, producto de los avances del hombre,
son ajenos a su evolución de millones de años. Así es que aunque él sabe que es mentira o medias mentiras lo proyectado en el cine, su
cerebro lo maneja como hechos reales, sucesos, experiencias, y se va
amoldando su conducta a esos eventos.
Todos
hemos visto, cómo en las películas los malvados son encontrados por
magníficos investigadores periciales, que encuentran una aguja en el
pajar gracias a su habilidad y a todas las herramientas modernas que
nos muestran en el cine. Sin embargo, en la realidad vemos como los
malos se comen a quienes gobiernan y que cada día son más quienes
delinquen y con mayor impunidad. Ya ni decir en nuestras comunidades
del tercer mundo, donde apenas saben escribir quienes averiguan los
crímenes. Sin embargo gracias a esas magníficas películas de
detectives, las de abogados y de espionaje; estamos en la creencia
que atrapar delincuentes es posible; también llegamos a pensar que
dentro de las corporaciones policíacas existen superhombres capaces
de atrapar al más peliagudo granuja. La parte buena es que aquellos
que se saturan con toda esa basura de Hollywood, al menos por miedo a
ser atrapado, no entra o se pasa al lado de los criminales.
Pero
queda claro que cuando somos víctimas de los malhechores hablamos
pidiendo auxilio a la policía y esperamos una respuesta de película,
y sí es una respuesta de película, porque se tardan en llegar el
tiempo que dura una de ellas, al presentarse lo ponen en suspenso con
una sarta de preguntas babosas y después nos hacen reír con su
respuesta ridícula para atrapar a quien hizo el daño.
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