"The Muse" by Jeremy Mann |
Empezaba
a oscurecer cuando escuché un ligero ruido, al parecer provenía
del exterior de la casa, por el momento no le hice caso; y continué
escribiendo, ahí está nuevamente: ¿que será? Los perros
probablemente o la gata. Seguí escribiendo, pero ahora el ruido
parecía lamento, no se oye como antes, me dije, así es que me quedé
quieto, sin hacer nada para volver a escucharlo atentamente y
determinar que lo originaba... después de unos minutos, nada,
continué escribiendo y de nuevo el ruido: vete a ver que es, me
dije, no, no vale la pena, ¿para que?, no dejaré de escribir ahora
que me siento inspirado; así que continué. No pasó mucho tiempo
cuando el ruido sonó con mayor intensidad; ahora los perros salieron
a ladrar, te dije, ¿ahora sí iras a ver que sucede?, ni madres para
eso están los chuchos, ya mero voy a dejar de hacer lo que hago,
para efectuar el trabajo de los canes, que se encarguen ellos. Seguí
escribiendo; pero el ruido que efectuaban los animales se volvió
insoportable, así que salí para averiguar la razón de tanto
escándalo; ya afuera: nada, ni ruido, ni perros, ni nada; caminé un
poco, llegué a la reja, nada regresé fui a buscar a los perros,
roncando; sí, roncando porque han de saber que mis canes roncan,
malnacidos, mantenidos, inútiles; en lugar de que estén despiertos
trabajando, están de haraganes dormidos. Me fui a escribir, ya
estando un rato haciéndolo, vuelven los ruidos, carajo: ¿que pasa?
Salgo de nuevo: y nada, así que me da por mantenerme un rato afuera,
voy abrir la llave del agua y me digo: ponte a regar las plantas, un
rato, mientras resulta el ruido de nuevo, terminé de regar y nada.
Así es, que regresé a mi estudio para seguir escribiendo, dos
lineas, tres; mis manos se movía como desquiciadas escribiendo, me
detuve un momento; y entonces, ahí el ruido nuevamente, en eso entró
mi mujer y le pregunté ¿oíste?, ¿oír qué? El ruido, ahí de
nuevo; ¿ya lo oíste?: nada, ahora ladran los perros ¿los
escuchas?, nada, ¿no oyes ladrar los perros?, no, no oigo nada más
que tus preguntas; nada de perros, nada de ruido. Un silencio, largo
silencio... le digo: está bien, parece ser que no existe ningún
ruido. Sin embargo yo seguí escuchándolos. Así es, que una vez que
se fue ella, salí nuevamente y no, no estaba nadie, solo, todo solo y
callado. Regreso a escribir, quiero terminar pero no puedo; se me fue
la inspiración, ahora ladra un perro, se avienta sobre la puerta y
salgo: sí, ahí está, sí ladra pero a alguien que paso por la
calle, regreso y no tengo que escribir todo se me esfumó, nada de
inspiración ahora los ruidos son verdaderos. La musa calló.
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