Llegando. |
Hace quince
días se volvió a caminar dentro de Chilpancingo. Ese domingo así
fue que los Caminantes del Maguey tomamos rumbo por un viejo
recorrido que hacíamos cuando niños moviéndonos al este de la
ciudad, el lugar le llamamos Ocotepec, no se si en algún tiempo
ancestro hubo ocotes ahí, ya que recuerdo la última vez que fui
tiene más de cuarenta años y no existían arboles de esos en el
lugar, los escasos arboles que estaban eran guayabos, mangos, uno
que otro guamúchil y amate, había muchas palmeras de capulín.
La gran
parte del camino de tierra, que antes estaba rodeado por un páramo
con algunos huizaches, está invadida por ese virus llamado
civilización, las desiertas lomas donde en los solitarios
guamúchiles nos deteníamos a descansar y que desde donde lográbamos
unas magníficas vistas entonces, ya están cubiertas ahora por colonias de
concreto armado, el camino para llegar al lugar ya es de puro pavimento.
El grupo, falta el fotógrafo. |
El lugar
destino, que es un manantial, donde antes había una pequeña cascada
y una poza cristalina que ahí nos mojábamos con el agua fría del
lugar. pues bien los colonos ahora la tienen cercada, toda el área,
quizás porque son propietarios o para controlar el agua, además que
existe una increíble red de mangueras de PVC dando un paisaje
deprimente al espacio, lo novedoso es ver como se han propagado los
cazahuates ya que en las partes despobladas forman un increíble
bosque que antes no existía, probablemente proliferaron por que aún
no les encuentran un uso que aporte dinero.
Así fue que
llegamos por la calle hasta una cerca de malla ciclónica que la
bloqueaba, dejando una pequeña puerta suficiente para que las
personas puedan pasar de lado. De ahí llegamos hasta la pequeña
cañada cubierta por grandes amates, pero salvo algunos pequeños
escurrimientos ya no existe ni cascada ni posa, mucho menos el agua
corriente.
Bodegón. |
Aprovechamos lo fresco de lo arbolado y lo íntimo de la
cañada para instalar el bodegón tradicional seguido de la toma de unos mezcales y oír a pancho cantar acompañado
de tulio; desde luego, el sonido de su inseparable guitarra. Una vez
cansada la garganta del canto y de los mezcales regresamos rumbo a
casa de la hermana de Ismael para festejarla con los papakis ya que ese
día fue su cumpleaños.
Ismael |
Les pondré
algunas fotos para que aquellos que llegaron a conocer el lugar miren
en que acabó, las fotos son bellas gracias a la habilidad del
fotógrafo, los artistas le encuentran belleza hasta lo más ruin.
Todo listo. |