lunes, 6 de mayo de 2013

Un día tranquilo.


Existen momentos en la vida en los que siento ser demasiado pesimista, es entonces que me pongo a escribir con la intención de hablar de lo bueno de este mundo; y claro que encuentro multitud de cosas agradables de las que puedo escribir o hablar, personas interesantes, cultas; también inteligentes. Paseando por los alrededores de mi ciudad natal veo flores hermosas, plantas exóticas y gente; mucha gente que vive al parecer en calma y sin problemas. Curiosamente me encuentro con personas trabajadoras, dedicadas en cuerpo y alma a su actividad productiva y a la crianza de sus hijos, vendiendo sus productos en una mesa fuera de su casa, frutas frescas de esas que no se consiguen en los grandes almacenes. Nos damos cuenta que esta gente en el campo tiene varias actividades productivas con las que saca el sustento cotidiano. También encuentra uno en la calle a un perro callejero que mueve su cola mostrando amistad en lugar de orinarnos para fastidiarnos el día, también a otros que le ladran e incluso intentan mordernos pero al final desisten por piedad o por que ya no es tan animal.
En la mañana, camino rumbo al centro; y sí, aún encuentro al amigo que saluda e incluso al extraño que lo hace para crear una atmósfera amistosa. He tenido días magníficos donde un automovilista me sede el lugar en una esquina en lugar de intentar atropellarme para ganarme el paso. También se cruza uno con una linda madre joven acompañando a sus bellos hijos rumbo a la escuela, sonriendo con una dentadura hermosa arreglada por un magnífico ortodoncista.
Así volteo a ver el cielo y me doy cuenta que tiene un azul hermoso que pocos pintores logran igualarlo, con nubes sedosas que medio cubren un sol haciendo el efecto de un diamante engarzado, ese astro bello que todos los días volvemos a sentir dándonos su calor y luz proporcionando toda la energía que necesitamos y que nosotros desaprovechamos, ignorándolo, metiéndonos en edificios con luz artificial.
En mi camino encuentro, cómo entre la grieta del concreto una plántula encontró su camino para crecer; he incluso florear y volver a tirar semilla para mantener su especie, sin atención especial ni mucho menos con programas de asistencia social.
Sí que existen hermosas cosas que contar de este precioso mundo que nos prestaron para vivir en armonía con el resto de los seres vivos a quienes también les dieron el permiso. Los cantos de los gorriones y el vuelo de un colibrí nos recuerda que no estamos aquí para destruirlo sino para disfrutarlo en armonía con todos esos seres agradables. El vuelo atrevido de los zanates con sus graznidos escandalosos nos traen el deseo de volar como ellos para movernos entre las ramas de los majestuosos amates y ceibas que aún podemos apreciar en algunas partes.
En primavera nuestra fea ciudad se vuelve hermosa gracias a los escasos arboles que aún existen. Mucho de ellos en estas fechas florean, así ve uno los lilas de la jacaranda, el rosa, amarillo y blanco de los robles; el coral de los tulipanes de la india y el blanco del casahuate. Algunas rejas cubiertas de bugambilias moradas, rojas rosas y blancas; también el rojo fuego de los tabachines brotan esporádicamente para deleitarnos.
Después de la primavera o a fines de ella, empiezan los incendios tradicionales de los cerros secos por la carencia de lluvia, provocando un nublado humoso que nos permite enfermarnos de las vías respiratorias para beneficio de los médicos, que de algo tienen que vivir, pero también nos asombra permitiendo formar unas interesantes puestas de sol: esplendorosas y coloridas. Además nos recuerdan, las quemas, que se preparan las tierras para que esa pobre gente obtenga su apreciado alimento, que de otra manera tendrían que mendigar por un voto.
Pues sí, hasta la sangre que escurre en arroyos irisados y purpuras de los desmembrados, cuando uno quiere, puede verlos hermosos, bellos, coloridos, porque la belleza esta en todas partes aún en el momento, en el preciso instante en que morimos al dejar espacio para que otras vidas continúen disfrutando lo que uno ya hizo si quiso o prefirió morir sin hacerlo.
Así es como me siento a veces, pero hoy estoy optimista y quise regalarles algo de lo bellos que es vivir en este mundo. Frío, tibio, caliente, claro, brillante y obscuro, callado, ruidoso y armónico, un mundo de contrastes, hermosos, permisible para los artistas que son quienes día con día le sacan el máximo provecho al mostrarnos lo que nos muestra a todos y hasta aquello que solamente los sentidos talentosos del artista pueden palpar, para que luego nos lo den a modo en sus obras.


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