jueves, 30 de mayo de 2013

Rumbo a Ocotepec.


Llegando.

Hace quince días se volvió a caminar dentro de Chilpancingo. Ese domingo así fue que los Caminantes del Maguey tomamos rumbo por un viejo recorrido que hacíamos cuando niños moviéndonos al este de la ciudad, el lugar le llamamos Ocotepec, no se si en algún tiempo ancestro hubo ocotes ahí, ya que recuerdo la última vez que fui tiene más de cuarenta años y no existían arboles de esos en el lugar, los escasos arboles que estaban eran guayabos, mangos, uno que otro guamúchil y amate, había muchas palmeras de capulín.
La gran parte del camino de tierra, que antes estaba rodeado por un páramo con algunos huizaches, está invadida por ese virus llamado civilización, las desiertas lomas donde en los solitarios guamúchiles nos deteníamos a descansar y que desde donde lográbamos unas magníficas vistas entonces, ya están cubiertas ahora por colonias de concreto armado, el camino para llegar al lugar ya es de puro pavimento.
El grupo, falta el fotógrafo.
El lugar destino, que es un manantial, donde antes había una pequeña cascada y una poza cristalina que ahí nos mojábamos con el agua fría del lugar. pues bien los colonos ahora la tienen cercada, toda el área, quizás porque son propietarios o para controlar el agua, además que existe una increíble red de mangueras de PVC dando un paisaje deprimente al espacio, lo novedoso es ver como se han propagado los cazahuates ya que en las partes despobladas forman un increíble bosque que antes no existía, probablemente proliferaron por que aún no les encuentran un uso que aporte dinero.
Así fue que llegamos por la calle hasta una cerca de malla ciclónica que la bloqueaba, dejando una pequeña puerta suficiente para que las personas puedan pasar de lado. De ahí llegamos hasta la pequeña cañada cubierta por grandes amates, pero salvo algunos pequeños escurrimientos ya no existe ni cascada ni posa, mucho menos el agua corriente.



Bodegón.



 Aprovechamos lo fresco de lo arbolado y lo íntimo de la cañada para instalar el bodegón tradicional seguido de la toma de unos mezcales y oír a pancho cantar acompañado de tulio; desde luego, el sonido de su inseparable guitarra. Una vez cansada la garganta del canto y de los mezcales regresamos rumbo a casa de la hermana de Ismael para festejarla con  los papakis ya que ese día fue su cumpleaños.
Ismael

Les pondré algunas fotos para que aquellos que llegaron a conocer el lugar miren en que acabó, las fotos son bellas gracias a la habilidad del fotógrafo, los artistas le encuentran belleza hasta lo más ruin.
Todo listo.

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