viernes, 17 de mayo de 2013

Sobre el oficio de escribir.

All alone by Iman Maleki


Hubo un tiempo donde escribir en el periódico era deseable, llegó a ser un lugar exclusivo y privilegiado, sólo aquellos que de una u otra manera estaban relacionados con los que ya escribían en ellos o con los editores y gobernantes tenía la posibilidad de llegar a escribir en uno. También llegó hacerlo quien tenía el capital necesario para poner su propia editorial, aunque fuera por un pequeño tiempo si no era del agrado del gobernante en turno.
Pero también era necesario saber hacerlo, esto hizo que se limitara el oficio de escritor a unos cuantos, no es difícil darse cuenta la pobreza de escritores famosos que existían en México y el limitado número de periódicos debido a este acaparamiento.
Esa situación propició que la escritura pública; o sea, el oficio de escribir para el público en general, se corrompiera, al grado tal que los espacios disponibles; tanto para el periodismo, como para la publicación de libros, fuera tan limitada. Este espacio cultural estaba dada para aquellos cortesanos, o sea quienes dedicaban su talento de escritor a promover y alabar  al gobernante en turno, meticulosamente describían las bondades de lo que hacían, su historia y el por qué de los poderosos. Ellos se encargaban de nulificar la crítica que de alguna otra manera se colaba en las masas, pudiendo hacer sentir mal al jefe, su familia y gobiernos afines.
La llegada de la televisión y la radio volvió la alabanza oficial en un gran negocio que quedó en unos cuantos, aún más reducido que cuando solamente se hacía a través del papel. Sin descartar a los periódicos y editoras de  libros que sobrevivieron en manos de los mismos dueños de las televisoras; y los que no,  a merced de su crítica poderosa.
Lo anterior tuvo su gran época de oro, por lo que  desenmascarar las pilladas de los gobernantes se volvió un oficio peligroso y complicado, que continúa hasta los tiempos actuales. Lo que demuestra que sus comparsas mediáticas no surten el efecto deseado y los poderosos tienen que recurrir al terror para mantenerse en posesión de la gallina de los huevos de oro. Obviamente este método aumenta los asesinatos de escritores al número de escándalo internacional.
Al llegar la gran red o sea Internet los periodistas y editores tradicionales se vieron superados por multitud de geniales escritores libres, quienes en minutos ahora despedazan aquel que hace del oficio de gobernar su negocio, aquellos escritores de antes; sobretodo esos a los que las tecnologías nuevas no se le pegan ni con cola loca, por la falta de ingenio de todo tipo, ya que sólo son capaces de adorar a quien les da el chayote, respingan en contra de los twitteros, de los comentarios del Facebook, incluso de los comentaristas de café y mezcal, en defensa de su patrocinador cada vez que les sacan sus trampillas al sol en la red. Estos columnistas mediocres que critican,  sin ingenio ni talento a los escritores de la red, lo hacen queriendo minimizar a los talentosos y revolucionarios escritores de la red, que los han superado en todo ya que escriben por el gusto de hacerlo y además lo hacen a veces mucho mejor que aquellos que se posesionaron de los medios tradicionales creyendo que tenían la noticia como propiedad a su disposición y modos, para poder engañar a las masas, sin misericordia, para su beneficio. 

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